Aunque el origen del whisky es algo confuso, ya que los datos de las primeras destilaciones apuntan a la Irlanda de 1405, siempre se ha creído que el origen era mucho más antiguo, por lo que no se sabe muy bien cuál la procedencia exacta. Desde luego, los escoceses tienen muy claro que es suyo y, de hecho, algunos de los mejores whiskys provienen precisamente de este país británico. No es de extrañar entonces que hoy en día sea uno de los mayores productores de esta bebida ni que sea uno de sus símbolos más representativos. Por ello, si tienes pensado realizar algún viaje a las tierras del kilt y William Wallace, no puedes dejar de visitar alguna de sus muchas destilerías que marcan la ruta por Escocia.
Antes de nada deberás saber que el whisky escocés se elabora conforme a unos estándares establecidos en 1990 en el que se estableció que el licor se debe de destilar con agua y cebada malteada, y que debe dejarse envejecer en barricas de roble no menos de tres años. Existen también otras restricciones, como que no se le pueden echar añadidos ni aromas. Desde luego, quien lo haya probado estará de acuerdo conmigo en que el whisky escocés pega muy fuerte. Es más, olvídate de la idea de tomarlo con algún refresco, ya que a los que lo sirven les suele parecer mal y acaban convenciéndote de que el verdadero whisky se toma solo, tal y como te lo van a servir.
Algunas de las destilerías más conocidas son la de Oban, un pequeño pueblo pesquero en el que merece la pena hacer una parada ya que su destilería es bastante grande y no es cara. El único inconveniente, como pasa en casi todas, es que las visitas son guiadas y a unas horas establecidas. Otra de las más visitadas es la de Cardhu, en Speyside. Esta seguro que os sonará por los anuncios de televisión que llegaron a nuestro país. Como curiosidad también cabe destacar que fue la única abierta por una mujer. En esta misma zona también podemos encontrarnos con la de Cragganmore, aunque aviso que está bastante fuerte. Si buscas algo más antiguo, entonces no puedes perderte la visita a Blair Athol, ya que es una de las primeras. Lo cierto es que por el camino veréis que hay un montón de ellas anunciadas en las salidas.
Y, aunque la visita a estas destilerías es de lo más recomendada, el precio del whisky en ellas no dista mucho de las whiskerias que te puedes encontrar en las ciudades.