De yo en El Comidista o el corazón se me hace agüita

Por Biscayenne
Me vais a perdonar, pero lo primero que tenéis que hacer hoy es leer esto y luego ya si tal volver aquí. 
Oh dios mío, oh oh ah ahhhh, OH DIOS MÍO.
Sé que lo mejor es el gif final del gato y si no os habéis quedado atrapados en él diez minutos, como me pasó a mí, es que estáis muertos por dentro. De camino hacia el gatico atrapante, igual os hayáis dado cuenta de que sale mi cara a medio post. O igual no, porque no pongo muchas fotos mías y soy poco identificable, pero no importa. Lo que cuenta es que a partir del lunes colaboraré en la nueva, más brillante y más mejor web de El Comidista y que estoy venga tomar chupitos y el mundo está lleno de arcoiris.

Así que ahora no sólo escribiré aquí, sino que anunciaré la buena nueva al mundo desde un púlpito mucho más grande. Me encargaré de dar recetas de repostería sencillas y riquérrimas, además de reivindicar recetas olvidadas y viejunas en general. Lo que viene siendo Biscayenne pero con más lectores y en El País, para que mi madre pueda fardar de mí delante de las amigas.
No sólo estaré yo, claro, habrá otras firmas conocidas por su heterodoxia gastronómica rayana en la locura: Ibán Yarza, Ángel Sanchidrián de Sinopsis de Cine, Mar Calpena de Una o dos copas, Marta Miranda de Crockpotting, Carlos Román de No más platos de mamá, Jordi Luque, Pascual Drake y Claudio Martín. Además de Mikel Iturriaga y Mònica Escudero a los que no hay suficiente jamón en el mundo para agradecer que un día se les ocurriera pedirme que participara. Momento ya meses atrás en el que me dio un pampurrio morrocotudo. Aún tengo muy presente la primera vez que Mikel me retuiteó y me pasé la tarde dando brincos en pijama, así que podéis imaginaros lo que pasó cuando le conocí y me preguntó delante de un pintxo de tortilla de patatas si quería escribir para él. Súper romántico.
Si a partir de ahora entra más gente en este blog de la que solía, bienvenida sea. Aquí seguirán saliendo mis desbarres personales y mucho blablá, porque no hay límite de palabras y puedo escribir frases subordinadas hasta el infinito. Pero de momento vamos a hacer una fieshhta y pregonarlo como se merece, al estilo del corneta de mi pueblo.

El panadero voceador.   Gabriel Metsu, 1618


Ay amá qué emoción. ¿No estáis orgullosos? Porque yo estoy muy orgullosa de vosotros y os quiero un montón y se me está yendo la mano con los chupitos. Mientras recupero la compostura os dejo con el gato hipnótico, que es lo que le da calidad a la película.

¿Qué? ¿Que vas a escribir en El Comidista?


Ay ay pero qué emoción.
AY. ¡Viva el chorizo!