El director de la saga sueca Millennium crea un thriller bastante raro, con tintes oscuros y unos cuantos buracos muy marcados en el guión, pero así y todo consigue, en la medida justa, cosechar un film pasable. Y en esto muchísimo tienen que ver Noomi Rapace y Colin Farrell (sobre todo la primera). La actriz de Prometheus, Babycall y otras tantas cintas enlaza, hipnotiza, atrae y conmueve a través de un nivel de expresión excelente, combinando un intercambio de miradas y gesticulaciones sumamente creíbles con un Farrell que convence en el papel de un húngaro reacio a mostrar su flanco sensible y enfocado meticulosamente en un plan de venganza contra quienes acabaron con la vida de su familia. En un juego de balcón a balcón, la narración nos alimenta de a ratos con unas cuantas cucharadas dramáticas y románticas a partir de la relación que comienzan a cultivar los protagonistas; ella, afectada emocionalmente por un trágico accidente de auto que le dejó una importante marca en su rostro; él, descreído, un tipo de pocas palabras, frío.
LO MEJOR:Noomi Rapace a partir de sus gestos y expresividad se mete muy bien en el personaje y es verosímil. Grata para pasar el rato. Es algo rara y eso no cae mal. LO PEOR:nada que no se haya visto. Si bien no funciona mal y suscita movilización en el espectador, se apela en demasía a la victimización de la protagonista por su accidente. Agujeros en el guión.
PUNTAJE:6