Hacía mucho tiempo que no iba al cine a ciegas. ¿Sabéis que quiero decir? Normalmente dejamos que la propaganda y la promoción nos marque a la hora de ir a ver una película y con 'Deadpool' parecía que lo estaban haciendo muy bien. Así que me fui al cine un día después de su estreno en España sin ni siquiera ver el tráiler. Y salí encantada.
'Deadpool', dirigida por Tim Miller, está basada en la historia de uno de los antihéroes más carismáticos de los cómics de Marven. La película cuenta la historia de Wade Wilson (Ryan Reynolds), un antiguo operativo de las fuerzas especiales convertido en mercenario. Tras enterarse que sufre un cáncer terminal, Wilson decide ser sujeto de un experimento que le otorga el poder de curación acelerada, adoptando el alter ego de Masacre. Armado con sus nuevas habilidades y un sentido de humor muy muy retorcido, Deadpool se propone dar caza al hombre que le destruyó la vida deformando su rostro.
La película no es apta para todos los públicos y, si alguien espera ver al típico superhéroe con sus mallas salvando al mundo, que no la vea. 'Deadpool' es mucho más. Deadpool lucha por vengarse de sus enemigos y después salvar a su chica, ¿típico no? Pues no. Porque lo hace de una forma salvaje, no le tiembla el pulso y se ríe de otros superhéroes como los X-Men.
Comienzan los créditos de 'Deadpool', con 'Angel of the Morning' de fondo, y leemos que la película está dirigida por algún gilipollas y que habrá algún cameo sin sentido en la cinta. Aplausos para su director desde el minuto uno.
Y es que si algo hace grande a 'Deadpool' es su capacidad para reírse de las otras películas del género, renovándolo así casi sin querer. Es el personaje anti-Marvel y creado por la Marvel por excelencia. El miembro de la familia de superhéroes más bruto e irreverente de todos. Una parodia pero que persigue un cometido que nada tiene que ver con salvar el mundo. Una parodia de lo que el mundo dice que debe ser un héroe.
Repleta de escenas de acción pomposas, pero que a mi me han encantado, Ryan Reynolds merece un aplauso no sólo por meterse tan bien bajo la piel de su personaje, en la película y fuera de ella, sino por reírse de sí mismo y de todos. Por reírse del espectador y conseguir que salgamos riéndonos de nosotros mismos. Él es la película entera. Lo demás, casi sobra.
No se la pierdan, por favor.