He leído que ciertos momentos de "New Bemuda" son un homenaje a Godspeed You! Black Emperor... dado que no he escuchado todavía a los canadienses, me lo creeré; en lo que a mí respecta detecto riffs que parecen sacados de Slayer, y cierto aroma a los primeros Smashing Pumpkins, shoegaze etéreo en la onda de Slowdiveo más sucio como My Bloody Valantine, grolws susurrados al modo Agalloch, tremolos masivos y majestuosos con una vibra muy Emperor… e incluso ¡guiños a Oasis!... Sí, aunque parezca mentira estoy hablando de un solo disco y de una única banda, y aunque parezca imposible el resultado no es ningún pastiche, suena natural, homogéneo, nada forzado… suena probablemente como uno de los mejores discos del año para quien esto escribe. Tras el extensamente aclamado “Sunbather” de 2013, Deafheaven podrían haber optado por repetir fórmula y dormirse en sus laureles, pero no, parece que han preferido tomar sus riesgos, y de paso dejarse llevar por su amor a la música que les gusta (intuyo que es el metal y el rock alternativo de los 90), facturando un disco en el que plasman a la perfección ese amor sin perder por ello su identidad ni salirse de su base post black/shoegaze. Lo que más llama la atención: la variedad y dinamismo de unos inesperados riffs completamente thrashies, el protagonismo de la voz, que en contraposición a su anterior trabajo en el que ejercía una labor casi de acompañamiento al resto de la instrumentación, figura en un primer plano y además tiene un registro mucho más black metal; la obligada amplísima gama de registros que debe abarcar -luciéndose de paso- la batería; el solo de guitarra de “Baby Blue” con cuya entrada no puedo evitar acordarme de “While My Guitar Gently Wheeps” aunque después derive hacia algo más Metallica; la maestría con la que consiguen aunar y plasmar todas esas influencias sin que ningún cambio parezca forzado; las milimétricas progresiones que lo hacen posible; la demostración de que si se trata de hacer puro black metal suenan tan auténticos como el que más (la primera mitad del primer tema parece un completo corte de mangas a todos los que lo ponían en duda); el descubrirse de repente rememorando “Champagne Supernova” mientras escuchas un disco de post black metal… Creo que es suficiente ¿no? Y, bueno, entre cinco grandes canciones, dos absolutos y geniales temazos: un monstruo denominado “Baby Blue” y una extraña locura llamada “Gifts For The Earth”. En fin, que hay que escuchar este disco… lo amarás o lo odiarás, pero difícilmente te dejará indiferente.
He leído que ciertos momentos de "New Bemuda" son un homenaje a Godspeed You! Black Emperor... dado que no he escuchado todavía a los canadienses, me lo creeré; en lo que a mí respecta detecto riffs que parecen sacados de Slayer, y cierto aroma a los primeros Smashing Pumpkins, shoegaze etéreo en la onda de Slowdiveo más sucio como My Bloody Valantine, grolws susurrados al modo Agalloch, tremolos masivos y majestuosos con una vibra muy Emperor… e incluso ¡guiños a Oasis!... Sí, aunque parezca mentira estoy hablando de un solo disco y de una única banda, y aunque parezca imposible el resultado no es ningún pastiche, suena natural, homogéneo, nada forzado… suena probablemente como uno de los mejores discos del año para quien esto escribe. Tras el extensamente aclamado “Sunbather” de 2013, Deafheaven podrían haber optado por repetir fórmula y dormirse en sus laureles, pero no, parece que han preferido tomar sus riesgos, y de paso dejarse llevar por su amor a la música que les gusta (intuyo que es el metal y el rock alternativo de los 90), facturando un disco en el que plasman a la perfección ese amor sin perder por ello su identidad ni salirse de su base post black/shoegaze. Lo que más llama la atención: la variedad y dinamismo de unos inesperados riffs completamente thrashies, el protagonismo de la voz, que en contraposición a su anterior trabajo en el que ejercía una labor casi de acompañamiento al resto de la instrumentación, figura en un primer plano y además tiene un registro mucho más black metal; la obligada amplísima gama de registros que debe abarcar -luciéndose de paso- la batería; el solo de guitarra de “Baby Blue” con cuya entrada no puedo evitar acordarme de “While My Guitar Gently Wheeps” aunque después derive hacia algo más Metallica; la maestría con la que consiguen aunar y plasmar todas esas influencias sin que ningún cambio parezca forzado; las milimétricas progresiones que lo hacen posible; la demostración de que si se trata de hacer puro black metal suenan tan auténticos como el que más (la primera mitad del primer tema parece un completo corte de mangas a todos los que lo ponían en duda); el descubrirse de repente rememorando “Champagne Supernova” mientras escuchas un disco de post black metal… Creo que es suficiente ¿no? Y, bueno, entre cinco grandes canciones, dos absolutos y geniales temazos: un monstruo denominado “Baby Blue” y una extraña locura llamada “Gifts For The Earth”. En fin, que hay que escuchar este disco… lo amarás o lo odiarás, pero difícilmente te dejará indiferente.