La injustificable ausencia de Mariano Rajoy le retrata como el claro perdedor del debate al que no quiso acudir. El presidente está demasiado ocupado, comentando los partidos de la Champions o entrevistándose con Bertín Osborne, y se excusó en la falta de tiempo para debatir y en que ya está previsto que debata sólo con el actual representante de la oposición. Albert Rivera acudió con chaqueta azul, camisa blanca y corbata. Igual que Pedro Sánchez, pero sin corbata. A Pablo Iglesias le sobró corbata y la chaqueta. Mariano Rajoy, cargado de supuestos compromisos, no acudió a la cita, excusándose en que la agenda no le daba para mucho más. Pero no falló a la entrevista de TV 1, con Bertín Osborne, ni a comentar en la radio los partidos de la Champions.
Organizado por El País el pasado lunes, el debate “fue ágil –comenta Ignacio Escolar– pero profundo, sanamente intenso, con tres candidatos que tuvieron tiempo para hablar y explicarse, a rebatirse y responder, sin que el resultado fuera ni una sucesión de monólogos ni tampoco una jaula de grillos. Tanto por sus protagonistas como por el ritmo, el debate –afortunadamente– se pareció muy poco a los encorsetados cara a cara electorales que hasta ahora se celebraban en España. Solo por eso fue un debate histórico, también por el simbólico plantón del presidente ausente Mariano Rajoy. Los tres candidatos se mordieron, en una sucesión de ‘piedra, papel, tijera’ en ocasiones hosco pero, para los votantes, muy revelador. Se enzarzaron, se sacudieron, y los tres cometieron algunos errores tanto en los hechos como en su presentación…Hubo patinazos de los tres y sonoros 'zascas', pero ninguno mortal; ningún error que vaya a tener consecuencias irrecuperables para los candidatos en esta campaña electoral. Nada especialmente grave ni para Sánchez ni para Rivera ni para Iglesias… porque quien más claramente pierde en esta noche es Mariano Rajoy”.El debate a cuatro menos uno fue altamente positivo. “En su conjunto –dice Juan A. Blay, en Público–, tras dos horas largas de debate, cabe concluir que la derecha salió derrotada de la contienda. La ausencia del candidato popular y presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, impensable en cualquier democracia de nuestro entorno europeo, ha sido determinante para que la balanza se inclinara hacia la izquierda. Y eso ha sido así pese a los denodados intentos de Albert Rivera de ocupar un amplísimo espectro que en ocasiones aparecía como misión imposible. Siempre escorado a la derecha. En cualquier caso, lo protagonistas han estado más pendientes del otro antes que de sí mismos. Y eso ha frenado un tanto la calidad y claridad de los contenidos expuestos por los respectivos intervinientes; por contra, en algunos momentos la discusión ha subido de tono hasta extremos imprevisibles a priori”.Todo se desarrolló con cierta cordialidad, corrección y algún que otro 'y tú más'. En todo caso, la mayor parte de los espectadores que pudieron ver o seguir en Internet el debate electoral, coinciden en que el gran perdedor, más allá de quién estuvo mejor, fue Mariano Rajoy. Los tres candidatos acudieron con sus equipos de campaña, pero en la primera imagen de la llegada sólo estaban acompañados por una persona. En el caso de Rivera y Sánchez, aparecieron junto a sus respectivas parejas, mientras que Iglesias fue escoltado por el número dos de Podemos y jefe de campaña, Íñigo Errejón. El candidato socialista fue quien más se dirigió directamente a la cámara, mientras que Iglesias y Rivera sólo lo hicieron en el discurso final, en el que el líder de Podemos se negó a pedir el voto e instó a los espectadores a que se leyeran los programas.