Revista Opinión

Debates del personalismo IV Respuesta Carlos Massías

Publicado el 25 septiembre 2010 por Lautarojc
Creo que la idea de una persona que se hace persona, nos coloca ante una aporía: primero, ¿mediante qué actos la persona se hace persona? ¿mediante el compromiso con los valores, las acciones éticas? De ser así, ¿los niños que están en el vientre materno no serían personas por no manifestar compromiso alguno con los valores (o realizar la acción que sea que nos haga personas)? Igual questionamiento se podría realizar con una persona en estado de coma. ¿Valida esto la eutanasia o el aborto? Segundo, podría decirse que el no nacido es una persona en potencia; pero la potencia implica imperfección respecto al acto. ¿cabe una persona imperfecta? o en otros términos, ¿cabe hablar de un más y un menos en las personas? ¿Hay hombres que son más personas que otras y por ende más digna que otras, en la medida en que se ha hecho más o de mejor manera? Esto me inclina a pensar a la persona más como “ser” que como “hacerse”.
De que la persona es “ser” y no “hacerse”, no se sigue de que sea una mónada. La incomunicabilidad personal no solo no es contraria a la interpersonalidad, sino que es su “fundamento” (puede verse al respecto el capítulo II de La Interioridad de la Persona de John Crosby). El querer contraponer la incomunicabilidad tomista (medieval, en realidad) con la comunión interpersonal del personalismo y las filosofías del diálogo, pone en evidencia una lectura deficiente, superficial, de la metafísica tomista. Para Tomás de Aquino el ser humano es persona incomunicable, pero a la vez está llamado a la comunión con Dios. Tampoco se puede decir que porque la persona es ser acabado no tenga ya nada que hacer. En los seres humanos, se distingue el ser de la esencia, la naturaleza de la persona. La esencia es potencial y corre a cargo de la persona actualizarla, hacerla crecer, y ese crecimiento solo se hace en relación, porque el crecimiento humano es sobre todo ético.
Por último, el tomismo es una obra filosófica audaz, imponente; pero -por razones varias- con una visión de la persona insuficiente. Le toca al personalismo rescatar lo valioso y criticar las limitaciones para proseguir cognoscitivamente; pero esto tiene que hacerlo -como señalaba Carlos Díaz en Córdoba- con un estudio serio y riguroso de la filosofía, y no con juegos de palabras insustanciales. Maritain es ciertamente un pensador serio y riguroso, y es loable su intento de actualizar el tomismo; sin embargo, en muchos aspectos terminó siendo más fiel al tomismo que a la realidad, y no se aventuró a una ampliación temática del ser personal, sino que lo siguió entendiendo análogamente. Mounier es también otro pensador serio, pero su interés por el compromiso a veces lo lleva a perder rigurosidad y precipitarse en algunas conclusiones insostenibles. Nos toca, al igual que con el tomismo. rescatar lo valioso de su filosofía y criticar los límites del pensamiento de mounier, para poder seguir conociendo. La fidelidad no es ni para Mounier ni para Maritain, sino hacia la persona.

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