El segundo reparto no era el de Désirée Rancatore, Celso Albelo, Roberto De Candia y Bruno de Simone, pues hubiera encumbrado aún más a nuestra soprano ya que sus jóvenes compañeros de reparto no estuvieron a su altura (y lo digo sin segundas intenciones), irregulares e inseguros a lo largo de la representación. Sumemos una puesta en escena que la tenía por momentos en el fondo del escenario con el coro delante y una orquesta que no está en foso sino en el patio de butacas poniendo otro obstaculo más en un debut incómodo pero solventado con profesionalidad, musicalidad y buen hacer para una Adina "rica y capriciosa" como bien indica el entretenido libreto de Felice Romani. El momento vocal de nuestra soprano es perfecto para roles como este donizettiano con arias y dúos que alternan la delicadeza -el "Prendi per me sei libero" resultó realmente emocionante- con el poderío (el final del primer acto mereció todavía más aplausos) más la musicalidad y gracejo natural en ella, pero que sus desiguales acompañantes en escena la obligaron a retener volumen e incluso contención expresiva en más de una ocasión (la "Barcaruola a due voci" pudimos disfrutarla aunque no tanto "Una parole, o Adina") así como intentar mantener la afinación pese a los "desvaríos" de sus contrincantes amigos sobre las tablas. Fue la triunfadora de la noche y aún le quedaban tres funciones más, antes de su Mussetta en Sevilla y su vuelta a Venecia.
El Belcore de Romano tuvo momentos peligrosos de afinación, sobre todo en la escena segunda (Tran, tran), aunque salvó el papel más como actor que cantante. Tampoco ayudó un vestuario algo ceñido para sus kilos que pudo resultarle incómodo...
Un escalón por encima el Dulcamara de Fabian, algo exagerado no ya de potencia en momentos que no se le exige ("Udite, udite, o rustici" no resultó mal del todo aunque le faltó más riqueza dinámica y expresiva) pero personaje siempre agradecido por su comicidad y ayudado con una entrada final por el pasillo central preparó los aplausos tras bajarse el telón.
Dejo para el final el sufrimiento ocasionado por un Nemorino que no estaba previsto (desconozco qué pasó con Shi Yijie, pero hubiéramos salido ganando todos). Su técnica deja mucho que desear cambiando continuamente el color (no es de extrañar por cómo abre la boca), confunde expresividad con vibratos horribles, carece de la mínima proyección y por tanto de volumen más allá de la quinta fila, tampoco gusto interpretativo ni al inicio del famoso "Quanto è bella, quanto è cara" ni al final del acto ("Adina credimi") o la siempre esperada "Una furtiva lágrima" que casi consigue en mí pero por lo "apretado" de su emisión y la afinación al límite por momentos. Si siempre canta así (?) no aprueba en ningún conservatorio de cierto prestigio. En el "Voglio dire, lo stuendo elisir" Fabbian tuvo que contenerse (como Beatriz anteriormente) para no "aplastar" a Enrico Iviglia, dejando nuevamente en evidencia sus carencias, por lo que le bauticé como Tenorino. Realmente una lástima cómo dejó coja la pareja protagonista.
La puesta en escena, salvo lo comentado de colocar a la protagonista al fondo, era conocida del teatro (data de 2003), bastante fiel al libreto así como un vestuario apropiado (excepto el traje salmón que luce Adina finalizando el primer acto cuando tontea con Nemorino) y con aire de cuento infantil en unos soldados que parecían de plomo.Un día para el recuerdo y la esperanza de seguir viendo triunfar a Beatriz. Las gracias siempre nuestras, con unos seguidores fieles que también la acompañarán este martes.