¡Qué mejor que educar estas competencias desde la niñez!
- Fomenta desde la más tierna infancia la autoestima de tus hijos. Dales seguridad y previsibilidad. No hay nada que genere más inseguridad que las normas cambiantes, la imprevisión y los cambios bruscos.
- Hay que enseñar a los hijos a tolerar la frustración. Es muy educativo que aprendan a que cada error conlleva una consecuencia y que no todo que se quiere se consigue.
- Enseñarles a demorar las recompensas. La inmediatez en recibir cualquier compensación hace que nuestros hijos sean exigentes y ansiosos. Obviamente, habrá que ir acompasando esta demora a la edad.
- Los límites educativos, el favorecimiento de la autoestima, la curiosidad tienen que ver con la inteligencia emocional.
- Desarrollar el sentido del humor.
- Debemos acostumbrar a nuestros hijos a ser optimistas y a tener expectativas de éxito. La autoprofecía cumplida tiene que ver con las expectativas que vayamos teniendo para con ellos. Si les transmitimos unas expectativas favorables y realistas tenderán a esforzarse por cumplirlas y, por el contrario, cuando éstas sean bajas, se desanimarán y no se obligarán por mejorar.
- Desarollar la empatía (ponerse en la piel del otro)
- Desarrolar la resiliencia (capacidad para sobreponerse en las adversidades).
- Predicar con el ejemplo.
- En la sociedad del futuro se va a hacer cada vez más necesario la existencia de personas con una gran madurez emocional, capaces de tolerar la frustración, de trabajar en equipo, de ser fácilmente motivables y con gran capacidad de liderazgo. Capacidades relacionadas con la inteligencia emocional como la perseverancia en la tarea, la capacidad de innovación y creatividad, la empatía van a ser necesarias para mejorar en los aspectos personales y también en las competencias profesionales.