Decálogo para llenar la vida de color y dejar de verlo todo gris

Publicado el 25 julio 2014 por Jaime López Fernández @jaimeindig

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Da igual que haga un sol radiante o que las nubes dejen pasar una luz traslúcida y pesada, el gris también es un color maravilloso que puede verse rosa si se sabe mirar con los ojos apropiados, a fin de cuentas el color de la vida sólo depende de la tonalidad de tu mirada.

Cuando por multitud de razones lo vemos todo gris, cuando no negro, y tendemos a dejarnos arrastrar por el pesimismo; cuando esa circunstancia nos aleja de la persona que somos o determinados  estímulos nos incitan a recorrer caminos que no queremos o necesitamos, es el momento de parar y plantearnos qué nos está ocurriendo, qué nos empuja a vivirlo de ese modo. La respuesta, por lo general, es: nada (cuando responde, obviamente, a circunstancias cotidianas de la vida), porque el conflicto que nos atenaza está en nosotros mismos y es el que nos arrastra a magnificar las situaciones o a percibirlas de manera equivocada. Las relaciones interpersonales y la presión consumista y competitiva del mundo en que vivimos son una fuente constante de conflictos que hay que saber gestionar para no sucumbir a su embrujo. Tal vez este decálogo te ayude a ello.

Quiérete como si te fuera la vida en ello. Porque de hecho, te va. Quererte no es autocomplacerte; quererte es conocerte, respetarte a ti mismo, tus pensamientos, tus sensaciones y tus emociones, y mostrarte tal como eres, sin impostura. La autoestima es tu aliada más eficaz contra la crítica y el abatimiento, y la base para querer y hacer felices a los demás.
Trata a los demás con la misma exquisitez que te gustaría te tratasen a ti. La vida te devuelve con creces lo que tú proyectas en ella. Ponte en el lugar del otro, empatiza con él y no juzgues. Sin más. Siempre. Es fácil, solo tienes que intentar hacer más agradable la vida de quienes te rodean. Así de sencillo. Es una actitud que cuando se interioriza imprime carácter y termina por mostrarse de manera inconsciente. La amabilidad, el respeto y la educación son los pilares en los que descansa.
Sé asertivo. Entre la agresividad del que se impone por la fuerza y la pasividad del que se deja avasallar, estás tú, que eres capaz de exponer tus pensamientos, mostrar tus sentimientos y hacer valer tus derechos sin que los demás se sientan violentados por ello. Lejos del discurso vehemente, la convicción, el equilibrio y la sutileza deben ser tus fundamentos.
Sé autocrítico, pero acéptate ti mismo. Si eres capaz de descubrir dónde has fallado y cuáles han sido tus errores en cualquier ámbito de la vida, tendrás la posibilidad de enmendar y mejorar. Pero no te martirices por ellos: errar es de humanos, errar nos hace humanos, y debemos aceptar el error como inherente a nuestra condición. Lo importante es ser consciente de ello.
Evita la decepción. No esperes que los demás actúen como tú lo harías. No tienen por qué. Lo que hagas hazlo porque lo sientes y te muestra cómo eres, no porque esperas obtener una respuesta adecuada a lo que ofreces.
Nada es tan terrible como nos imaginamos. Los cambios en nuestra vida abren caminos que nos llevan a lugares donde también realizarnos, e incluso de las malas experiencias se sacan conclusiones provechosas. La incertidumbre en el futuro es lo que con frecuencia nos paraliza, pero la incertidumbre se supera avanzando.
Piensa menos. Actúa más. Porque mientras te lo piensas la vida acontece y muchas oportunidades pasan sin apenas percatarnos de ello. Aprende a mirar la vida. Toma decisiones y acepta las consecuencias del camino emprendido, aunque te equivoques; y no te mortifiques por ello: el sentimiento de culpa es la peor de las  torturas, y no te la mereces. Deja que la intuición guíe tus pasos. La intuición es esa creación del subconsciente basada en las experiencias previas, que, en más ocasiones de las que creemos, sabe más que la razón.
Mantén una actitud positiva ante la vida. Sí, a veces es difícil, pero es necesario. Las personas que ven el vaso medio lleno son básicamente más felices y viven mejor. La actitud optimista, como el pesimismo, se entrena y termina por condicionar la vida. Aprende a ser positivo.
Valora lo que tienes. No desees por encima de tus posibilidades. En todos los aspectos de la vida: desde las personas que te rodean hasta los objetos que forman parte de tu universo vital. No es cuestión de conformismo, sino de apreciar en lo que vale tu mundo y tus cosas. Está demostrado: teniendo las necesidades básicas cubiertas como para garantizar una vida digna y con perspectiva de futuro, poseer más no incrementa los niveles de felicidad. A la postre, ésta no depende del espacio que habitas sino de cómo habitas en él.
Aprecia las pequeñas cosas de la vida. La alegría por un gran premio debe ser una experiencia brutal, y podrá o no condicionar tu futuro inmediato, pero  es efímera; sin embargo, la vida esté llena de pequeños detalles que llenan nuestro día a día y acentúan nuestra sensibilidad hacia ella. Déjate llevar por el ‘dios de las pequeñas cosas’; sé detallista en la percepción de los pequeños milagros que cada día nos presenta la existencia y disfrútalos, porque al final el secreto de una vida plena está en ellos.
La vida, ciertamente, no es de color de rosa, aunque podría parecerse un poco si ponemos empeño en ello. Tampoco es gris, ni mucho menos negra. La vida hay que verla de frente y tal como es, con los ojos de dentro, adaptándose y aceptándola, porque, venga como venga, no lo dudes, siempre es un verdadero prodigio.
 Y para darle un poquito de color, este plato juega con él sin que le reste un ápice de sabor, al contrario: Arroz Happy Day, la rosa rosa de los arroces. Un arroz divertido, cromático y original, que más allá del color, combina el mar y la tierra para confirmar, una vez más, que los contrarios pueden convivir en armonía y complementarse para obtener un sabor tan redondo como la vida misma.Que lo disfrutes.
NECESITARÁS (para 4 personas)
  • 300gr de arroz.
  • 16 gambas.
  • 12 corazones de alcachofa.
  • 100gr de habitas.
  • 12 espárragos verdes.
  • 1 puerro.
  • 1 cebolla.
  • 1 pimiento.
  • 1 bote de remolacha cocida.
  • Una cucharada de queso manchego curado rallado.
  • Sal, pimienta y 1 guindilla.
  • Aceite.

ELABORACIÓN
  1. Pelar las gambas. Lavar la carne, secar y reservar. Sofríe en un cazo las cabezas y las cáscaras, incorpora la cebolla y el pimiento troceados, un poco de sal y pimienta y un chorrito de aceite, y haz un caldo, dejando cocer 12’.
  2. En una sartén sofríe el puerro, previamente troceado con una guindilla. Cuando esté, saca esta última y añádele al sofrito 4 ó 5 rodajitas de remolacha cocida. Pasa por la batidora y salpimienta. Reserva.
  3. En un cazo vierte unas gotas de aceite y sofríe un poquito el arroz. Añádele el jugo de la remolacha cocida y deja que cueza. Ve añadiendo poco a poco el caldo que hemos hecho hasta obtener un arroz más bien meloso pero entero. Salpimienta, incorpora el queso y remueve para que se funda en el arroz.
  4. Sala y sofríe los gambones. Reserva. Mientras, cuece al vapor las verduras (las alcachofas tardarán un poquito más). Una vez cocidas, salpimienta y sofríelas un poquito en el aceite de freír las gambas.
  5. Emplatado: Vierte en un plato hondo una cucharadita de la salsa. Ve basculando el plato para que ocupe totalmente el fondo. Dispón en el centro 4 buenas cucharadas de arroz, en un lado las verduras y al otro 4 gambones.

Un plato alegre, original, diferente y buenísimo. A disfrutar.
NOTA
Puedes utilizar las verduras que mejor se adapten a tus gustos; incluso disponer pequeños trozos de remolacha en el arroz una vez lo presentes. Servir muy caliente.
MÚSICA PARA ACOMPAÑAR
Para la elaboración: Happy, Pharrell Williams.Para la degustación: Don’t worry be happy, Bob Marley.
VINO RECOMENDADO
Barón de Turís, rosado13. DO Utiel-Requena.
DÓNDE COMER
Junto al mar, oyendo el suave mecer de las olas, cuando el sol empieza a ponerse. En la montaña, a la sombra de un porche sintiendo la suave brisa del atardecer; o  en casa, qué más da, mientras estés con aquellos que te hacen feliz. 
QUÉ HACER PARA COMPENSAR LAS CALORÍAS
Vas a quedar tan satisfecho del éxito de tu plato y aquellos que lo han compartido tan sorprendidos y agradecidos, que dudo muy mucho que siquiera te lo plantees. Disfruta de los halagos, estira  la sobremesa, la conversación fluida y divertida compensará con creces cuanto has comido…Eso sí, después quita la mesa.