Las decisiones de hoy son las consecuencias del mañana. Ahí estamos. Y nadie nos va ayudar. Es más, muchos nos confunden con ellos mismos e intentan influir en su favor. El mundo es mágico y está ahí para verlo. Pero hay que tomar decisiones y afrontar las consecuencias. Y en muchas ocasiones nos dejarán en entredicho. No somos más inteligentes que los demás si creemos que lo somos. La inteligencia se mide en proporción a la capacidad de presuponer el futuro. La otra inteligencia es una quimera y argucia social para la justificación de las clases sociales. El mundo es también oscuro. Y está ahí para verlo. Oscuro no es igual que negro. La oscuridad tiene siempre un halo de luz oculto en su profundidad. Podemos decidir. Podemos asumir las consecuencias. O quedarnos atrapados por el síndrome de Peter Pan. Todos tenemos algo de infantil. Es necesario. Qué sería la vida entonces tan miserablemente adulta. Pero nada tiene que ver con tomar decisiones y ser consecuente con sus resultados. No todo está perdido porque nunca es tarde. El mañana te pertenece. Me pertenece. Es hora de decidir.