Este año, no obstante, voy a agregar una resolución que encontré en la carta de Pablo a los Romanos: «Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano» (14:13).
Aunque esta resolución es vieja (tiene unos 2.000 años), es la que vale la pena renovar. Como sucedía hace siglos con los cristianos de Roma, hoy los creyentes elaboran reglas para los demás, e insisten en que todos se ajusten a ciertos comportamientos y creencias sobre las cuales la Biblia dice poco o nada.
Estas «piedras de tropiezo» dificultan que los seguidores de Cristo continúen en el camino de la fe que Él vino a mostrarnos: que la salvación es por gracia y no por obras (Gálatas 2:16). Lo único que se requiere es que confiemos en la muerte y resurrección de Jesús para ser perdonados.
En el año que está por delante, podemos celebrar esta buena noticia de Cristo resolviendo no levantar barreras que hagan tropezar a los demás.
La fe es la mano que recibe el don de Dios; y después, los pies que caminan junto a Él.
(Nuestro Pan Diario)