26 septiembre 2013 por prosperaenmedio
Quiso parar y paró.
Dejó de quejarse y vio que también era afortunado.
Miró a su alrededor y se dio cuenta de que no podía transformarlo todo pero había muchas cosas, las que estaban en su mano, que sí era capaz de cambiar.
Desechó todo lo que le hacía daño y se acercó a lo que le daba paz.
Transformó su cara larga por una sonrisa y recibió más sonrisas.
Foto: Antonio Aranaz
Organizó su tiempo y encontró espacio para sí mismo.
Hizo un esfuerzo por cuidarse y se sintió mejor.
Buscó a su alrededor y encontró a sus amigos, a su familia y a su amor, siempre habían estado ahí pero había dejado de verlos.
Se atrevió a disfrutar de todos los momentos y los vivió más intensamente. La vida ya no pasaba como un rayo, podía detenerse y gozar.
Aprendió a dar las gracias y valoró cada minuto de su existencia.
Y supo que si creía en su poder para cambiar las cosas crearía una nueva realidad.