La Asociación Lírica Asturiana "Alfredo Kraus" que preside mi amigo Carlos Abeledo celebraba su décimo aniversario con buena asistencia de público y en su línea de ofrecer oportunidades a cantantes en formación con proyección futura, y así llegó a Oviedo la joven argentina afincada en Barcelona Mercedes Gancedo acompañada del asturiano Mario Álvarez Blanco, un repertorista de la casa que cumplió con su cometido, discreto en cuanto a volúmenes pero dando la seguridad que todo cantante quiere tener tras de sí, y poco agradecido sobre todo en las obras orquestales con transcripciones no siempre pianísticas donde el "repetidor" debe sacar del teclado colores que no tiene.
De la soprano comenzar diciendo que me sorprendió su color vocal, más cercano a mezzo pese al repertorio elegido (como curiosidad comentar que muchas de ellas las canta Cecilia Bartoli, pero también mi idolatrada Netrebko, sin olvidarme de mi soprano preferida Beatriz Díaz que también actuó para la ALAAK), donde tuvo sus más y sus menos aunque siempre metida en cada papel, muy expresiva gestualmente y con detalles que supongo apuntan a una prometedora carrera que todavía está comenzando, pues quedan cosas por trabajar (realmente toda la vida) que su maestra espero sepa encauzar a partir de una mejor elección de las obras para poder dar de sí todo un potencial que no brilló en esta velada como cabría esperar.
Para la segunda parte llegaba la lírica, dura y no siempre adaptada al color de voz de la descendiente de asturianos (ese apellido Gancedo es muy vaqueiro), nuevamente con la tendencia francesa que resultó mejor que unos "italianos" no apropiados para ella: el aria más famosa de "Rinaldo" Lascia ch'io pianga (G. F . Händel) apta a su color dramático aunque de agilidades poco limpias, Prendi, per me sei libero de "L'elisir d'amore" (G. Donizetti) que no es para ella en nada, no está cómoda ni segura, Vedrai carino de "Don Giovanni" (W. A. Mozart), nunca fácil de cantar y bien solventado, para acabar con dos arias francesas bien dichas pero poco agradecidas: Adieu, notre petite table de "Manon" (J. Massenet) mejor que O Dieu, que de bijoux! o "Aria de las Joyas" de la Magdalena de "Faust" (C. Gounod), a las que podríamos aplicarle lo dicho anteriormente. Lástima que una voz bien afinada, de emisión buena aunque algo corta todavía, y registros muy homogéneos con un grave redondo que crecerá en volumen de trabajarlo correctamente, nos cantase un repertorio que no le luce. Para remate las dos propinas elegidas volvieron a pecar de lo mismo, bien cantadas, interpretadas gestualmente pero sin convencerme del todo, la Canción de Paloma de "El barberillo de Lavapiés" (Asenjo Barbieri) y O mio babbino caro de "Gianni Schicchi" (Puccini).