Hay aspectos del denostado Régimen Franquista que tenían mas decencia y hasta solvencia humana y democrática que la obra de estos politicastros que se llaman a si mismos "demócratas", cuando realmente son predadores insaciables, arrogantes, antidemócratas, ineptos y corruptos.
Los españoles, en aquellos tiempos de Franco, no hacían declaración de la renta y no pagaban otros impuestos que los indirectos, muy suaves, que gravaban a las bebidas alcohólicas, los combustibles y otros productos de lujo. El Franquismo, austero y eficiente, vivía con poco dinero y con pocos funcionarios y políticos, sin que le faltara nunca capacidad de generar orden y organización. España entera funcionaba sin que los ciudadanos tuvieran que ser esquilmados y saqueados por el Estado y la casta política, como ocurre ahora.
Ese robo masivo al ciudadano es la peor lacra del actual sistema.
Estamos en tiempos de pagar impuestos a Hacienda y sobre los españoles pesa como una losa de plomo esa obligación, que en el pasado, al principio de la etapa "democrática", era cumplida voluntaria y animosamente, mientras que ahora pagamos solo por miedo al castigo, con rabia porque ese dinero caerá en manos de gente que ha demostrado hasta la saciedad su capacidad de ser injusta y corrupta. sin que tengamos la seguridad de que nuestros impuestos van a ser empleados para financiar servicios necesarios y para hacer una sociedad mas justa.
Millones de españoles hacen en estos días la declaración de la renta de mala gana, con asco y con rabia, temiendo que sus impuestos vayan a ser empleados, como otros muchos fondos públicos, en pagar sobresueldos a políticos o para enriquecer ilícitamente a miles de canallas y sinvergüenzas incrustados en el Estado, militando en esos partidos poderosos que han gobernado tan mal que empujan a España hasta la pobreza, el fracaso y la desesperación.
Los impuestos en España no se utilizan hoy para crear una sociedad mas justa, ni para financiar servicios de calidad, sino para sostener un Estado enorme, insostenible, incosteable y plagado de gobiernos y parlamentos inútiles, de instituciones superfluas y de parásitos con carné de partido. El primer deber de un demócrata en la España injusta del presente es oponerse al abuso de poder que significan unos impuestos injustos y subyugadores, que no responden al interés general, sino al de los políticos y sus indecentes partidos.