Menudo título/titular para estrenar año y reencontrarnos por aquí, ¿eh? Así es, 'decisión'. Una palabra redonda que de una manera u otra ha estado presente en algunas de mis últimas —y más sesudas— conversaciones de 2013 y en la primera de 2014. Un término capaz de sugerir mucho o muy poco. Así que descuida si ahora mismo no sabes muy bien qué pensar porque convencido estoy de que al menos tú también habrás oído hablar sobre coach, coaching o derivados.
Partamos de la base de que yo tampoco creo en esas historias que la crisis económica ha puesto tan de moda y gracias a las cuales tantos y tantas han vendido libros y motos. Y es que, según mi humilde opinión, semejante cantidad de palabrería podría reducirse en eso mismo: 'decisión'. El coach de turno trataría de comerte el tarro con «lo más importante es creer en uno mismo y en una idea e ir a por todas». Recuerda, exactamente lo mismo que le dijo Morfeo a Neo y este casi se abre la cabeza en Matrix. Para poner en marcha un negocio, por ejemplo, si no hay dinero de por medio muy lejos no vas a llegar. Ya puede ser tu idea esa entre un millón.
De modo que la solución no consiste en lanzarse al vacío de buenas a primeras por muy seguro o segura que se esté de algo. Tomar una decisión e ir a por todas es el primer paso, de acuerdo, y es importante, cómo no, pero ni ha de ser el único ni el más importante. Ahora bien, si en lugar de referirnos al mundo laboral, nos centramos en otro como el de las relaciones personales... Sé que no es el mejor momento para hacer balance de un 2013 que ya es historia —con inicial minúscula y mayúscula también—, pero si hay un post para ello es precisamente este.
El año terminó muy bien y en líneas generales no puedo quejarme, porque escribir lo contrario sería mentir. Quiero y me siento querido, ahora mismo no cambio lo que tengo por nada del mundo. Sin embargo tampoco es que haya sido un camino de rosas y en ocasiones lo he pasado mal en lo personal. Quizás de haber podido presumir de un puesto de trabajo más o menos estable, automáticamente no habría dado tanta importancia a lo demás, pero como salvo en verano algo así no ocurrió, tuve que jugar mis cartas con todos los sentidos. Gané a una persona y perdí a otra, ese sería el balance.
«Dejarse llevar suena demasiado bien», canta por ahí Pucho de Vetusta Morla. Mirar para otro lado es sencillísimo. De hecho se me ocurren pocas cosas más sencillas, pero tengo la sensación de que a largo plazo la factura resulta demasiado cara. De manera que si buscas la felicidad debes abrir bien los ojos, mirar de frente y actuar por duro y difícil que pueda resultar. Me refiero a aquello que sientes cuando alguien te decepciona hasta tal punto de que ya no hay más que reprochar o perdonar. Sentimientos que sin decisión podrían acabar con cualquiera y ahí tienes otra vez a nuestra protagonista: 'decisión'.
¿Cuándo madura una persona? No lo sé, creo que no existe una fórmula y cada cual necesita su tiempo y sus experiencias, aunque tomar ciertas decisiones y tener la determinación necesaria para ejecutarlas ayuda y mucho. Las amistades vienen y van, las parejas también... ¡incluso la familia! «Y cada vez más», quizás añadas tú. Quien siempre te va a acompañar y con quien vas a tener que convivir en todo momento eres tú, no lo olvides. Por este motivo tu felicidad va a depender en primer lugar de tu decisión, de tus decisiones. Luego vendrá todo lo demás, primero estás tú.
Llámalo egoísmo, supervivencia o X, pero este año si aún no eres 100% feliz porque algo o alguien te preocupa, no mires hacia otro lado, no te dejes llevar ni trates de engañarte. No malgastes tu tiempo en desojar margaritas o en pedir deseos entre campanada y campanada. La solución está en tu poder y como Neo en Matrix —por cerrar el círculo y dar sentido a la imagen de ahí arriba— de ti depende elegir y no acabar abriéndote la cabeza sin más. Este es el consejo de alguien que no presume de ser coach ni pretende venderte un libro, por ahora... Feliz 2014.