El pasado 10 de junio, en Basilea, Suiza, cinco organizaciones masónicas integradas en lo que conocemos como corriente anglosajona o dogmática, suscribían una declaración conjunta. Los firmantes, representando a la Gran Logia Alpina de Suiza, la Gran Logia de Luxemburgo, la Gran Logia Regular de Bélgica, la Unión de Grandes Logias de Alemania y la Gran Logia de Austria, anticipaban en su escrito lo que a todas luces es una resolución firme adoptada ya por parte de la Gran Logia Unida de Inglaterra -según anuncian ya varios medios- y que se materializará en septiembre próximo: retirarle el reconocimiento a la entidad que representa en Francia a eso que llaman "regularidad", la Gran Logia Nacional Francesa (GLNF). Podría decirse que nada es nuevo y que estamos ante otra "serpiente veraniega". Sin embargo hay matices muy interesantes en este nuevo episodio que se produce en medio del proceso de descomposición de la que ha sido la Obediencia regular francesa por definición.
En los últimos tiempos hemos vivido desde lejos toda la problemática que ha sacudido a la GLNF. Y digo desde lejos porque apenas le hemos dedicado tiempo en este espacio. Fundamentalmente por respeto y prudencia, pues una situación de crisis semejante nunca es plato de buen gusto. La GLNF se ha visto inmersa en una guerra interna que la ha llevado a ser carnaza de la prensa sensacionalista, arrastrada por los pasillos de los juzgados, llegando incluso padecer la intervención de la señora Monique Legrand, administradora judicial de la entidad. En medio de este caos hemos leído todo tipo de cotilleos, cruces de declaraciones, comunicados... Un panorama desolador al que se refieren las organizaciones firmantes de la Declaración de Basilea cuando dicen: "Las cinco Grandes Logias constatan con enorme tristeza cómo una herencia casi centenaria, junto al valeroso trabajo hecho por generaciones enteras, acaban de perderse por culpa de los dirigentes de la GLNF, los cuales cargarán ante la historia con su responsabilidad..."
Pero la trascendencia de la Declaracion de Basilea no radica en el análisis crítico de la situación, sino en la puerta que abre:
Asumida ya la descomposición de la GLNF se traslada la oferta del "reconocimiento" en la más estricta "regularidad" anglosajona a la Gran Logia de Francia, una Obediencia fundada en 1894 que ha ido de la mano de las diferentes organizaciones masónicas adogmáticas que existen en Francia: "... Se impone una valiente recomposición del paisaje masónico -dice la Declaración-. Entre los potenciales actores de este proceso de recomposición, podría corresponderle un rol mayor a la Gran Logia de Francia... Las cinco Grandes Logias consideran que estamos ante una oportunidad histórica... Se comprometen a apoyar y dar su consejo ante semejante coyuntura... Declarándose dispuestas a iniciar unas negociaciones encaminadas, llegado el caso, a un futuro reconocimiento..."
Conocidas figuras han tratado la cuestión durante estos días expresándose siempre a título personal. Además de Jean Laurent Turbet, también Gerard Contremoulin le ha dedicado una reflexión a esta posible nueva configuración del espacio masónico francés. El que fuera Consejero de la Orden y que administra el espacio "Sous la Voute Étoilée" pone el acento en lo que a la GLF se le exige y lo que implicaría: romper de forma indubitada con todo aquello que sea irregular, esto es, con toda obediencia que no admita un principio creador, invocado bajo la figura del Gran Arquitecto del Universo, o integre en su seno a mujeres...
Quedaría incompleta esta meditación si no recordamos lo que escribía el pasado 4 de julio Guy Arcizet en su blog sobre la Declaración de Basilea: "El Gran Oriente de Francia no tiene otra legitimidad que la que deriva de su propia historia y de la de la masonería. No tiene ninguna necesidad de trampear para obtener el reconocimiento de otras instituciones que se autoproclaman guardianes de la "tradición pura de la francmasonería universal"... Por el contrario, el Gran Oriente de Francia hará un llamamiento, ante lo que algunos imaginan como una recomposición del espacio masónico francés, al conjunto de hermanos y hermanas excluidos de facto de la "tradición masónica", para unirse desde la diversidad de sus obediencias y ritos, y para volver a la realidad y modernidad de la iniciación y su objeto... Para el Gran Oriente de Francia no se trata de fundar una religión... sino de promover desde un planteamiento humanista basado en el respeto a la diversidad, un método masónico capaz de fundar una cultura alternativa para nuestras sociedades... Porque el fin último no es ... sino el reconocimiento de la dignidad de la familia humana."
Alto y claro. Poco más se puede decir en un debate que, no obstante, sigue animándose. Lo decíamos antes: Hace pocos días era Gérard Contremoulin quien expresaba su opinión. Ayer le respondía un antiguo Gran Canciller de la GLF, Michel Singer. Y el cruce de pareceres y opiniones a buen seguro que no se detendrá durante los próximos meses. Personalmente, además de no perder el sueño por ello, creo que a estas alturas nadie en el Gran Oriente -ni en ninguna parte- discute la libertad que asiste a quienes han tomado la decisión de inicar rápidamente unas conversaciones que pueden llevarles a ser la "nueva masonería anglosajona gala". No creo que ese haya sido nunca el debate. Tampoco pienso que deba ser causa de controversia el que se pierda o deje de perder una posición numéricamente dominante en territorio francés por parte del GODF. Amén de intrascendente y responder a un mal cálculo, ése es un discurso sostenido en ocasiones -Jean Pierre Catala lo explicaba muy bien en Gijón hace pocos días (4)- por quienes se instalan en una especie de dinámica competencial y no conciben las cosas sin prescindir del término "hegemonía", imaginándose probablemente a los miembros del Consejo de la Orden jugando una partida de Risk. No es la forma de hacer del Gran Oriente, que siempre ha puesto el acento en los valores, en su historia y en la propia acción para fijar y explicar su identidad.
A mi modo de ver generan más debate las piruetas que ha de hacer quien ha formado parte de la corriente "adogmática" hasta la fecha, para reconvertirse en algo digno de ser reconocido por la Gran Logia Unida de Inglaterra. Me llaman la atención enormemente los saltos dialécticos que se están dando estos días para dejar contento a todo el mundo, atribuyéndole al Gran Arquitecto del Universo un contenido no dogmático pero acomodando a la par su invocación al requerimiento deísta que deriva de la Declaración de Basilea; o esa búsqueda de los orígenes del rito escocés en el principio de los tiempos de la propia masonería continental en el suelo de Francia, obviando la importación procedente de Carolina del Sur; o el empeño de ser continuación de aquella Primera Gran Logia que, no obstante, se terminó de disolver en el Gran Oriente de Francia allá por 1799. Quizá el ejercicio de funambulismo más logrado lo acabo de leer esta tarde en las declaraciones de Michel Singer, a cuenta de las relaciones de la "regularidad" anglosajona con la incorporación de la mujer a la masonería. Vivir para leer...
En medio de tanto cruce de corresondencia en la blogosfera hay a quien le parece justo no olvidar los (5) ocho principios establecidos por la GLUA para definir la idea de"regularidad", poniendo de manifiesto que éstos son contrarios a las reglas andersonianas de 1723 -que, por cierto, sí son las que aplica el GODF-. La asunción de esas ocho máximas por la GLF-vaticinan- implicará el fin de las relaciones entre estas dos Obediencias que han compartido toda una historia común. Y quizá no sea la única quiebra. Por lo pronto, en la Declaración de Basilea se fija la condición de "romper sin ambigüedad con las Obediencias no regulares". Sea como fuere, está por ver hasta donde llega esta historia, qué sucederá en el próximo Convento del Gran Oriente, qué dirán las otras Obediencias adogmáticas si llegan a romper el silencio que por el momento mantienen...
No dudo de que haya quien, viendo cómo se ha gestado esta historia y la evolución de los acontecimientos, tenga un pensamiento sinónimo de ese refrán castellano que reza "Dios nos libre del piojo resucitado". Prefiero sin embargo, contemplando el mismo devenir, recordar aquí otra reflexión que he leído: Probablemente el "mercado anglosajón" sea como en su tiempo fue París para Enrique IV, al que bien le valió una misa, pero -me atrevo añadir-, quizá también se esté confundiendo el valor y el precio. Los días, los meses, nos irán diciendo más cosas. (6)
1) En Alemania, la Unión de las Grandes Logias del país es una entidad confederativa que agrupa a cinco obediencias diferentes: La Gran Logia de los Masones Antiguos, Libres y Aceptados, la Gran Logia de los Masones de Alemania, la Gran Logia Madre Nacional "Las tres esferas", la Gran Logia Americana y Canadiense, y la Gran Logia de Masones Británicos en Alemania.
2) El artículo de Alain Grasel ha llegado a ser interpretado como una respuesta, nada menos que certera, a la opinión manifestada por Guy Arcizet acerca de la Declaración de Basilea. El artículo de Arcizet, cuyo contenido no guarda ninguna relación con el de Alain Grasel, data del 4 de julio pasado. El de Grasel aparece firmado por el autor en enero de este año, y en la información existente sobre la publicación de la GLF, "Points de Vue Initiatiques", ya se recoge su reseña en el número correspondiente al segundo semestre del año, del que se da cuenta a comienzos de abril último.
3) La carta dirigida por Philippe Gugliemi a Jean Laurent Turbet tiene carácter público -carta abierta-. El titular de este blog ha recibido expresa autorización del autor para traducirla al castellano y publicarla en este artículo.
4) Vid. "Diálogo con Jean Pierre Catala", entrevista publicada en Mandiles Azules.
5) Los Ocho Puntos de Londres (1929): Implican la "regularidad" de origen (establecimiento por una Gran Logia reconocida o por tres Logias regularmente constituidas; la obligación de creer en el Gran Arquitecto y en su voluntad revelada; la presencia del volumen de la Ley Sagrada (biblia); la no admisión ni reconocimiento como masona de la mujer; la interdicción de toda discusión sobre política o religión; la identificación de las tres grandes luces como Libro de la Ley Sagrada, compás y escuadra; la jurisdicción soberana de la Gran Logia sobre las logias bajo su obediencia; y el respeto a los antiguo Landmarks, usos y costumbres de la fraternidad.
Vid. "Los polémicos ocho puntos de Londres", de Iván Herrera Michel.
6) A pesar de la obsesión en buscar raíces fundacionales en el siglo XVIII, la GLF ha celebrado algún aniversario interesante: Entre las imagenes que se reproducen en el texto se haya la del cartel editado por la GLF para conmemorar el centenario de su sede en la rue Puteaux de París, que se ha celebrado este año. Se acompaña también el sello postal al que hace referencia Philippa Gugliemi en su carta, una edición especial de 1994 del Servicio de Correos Francés, conmemorativa del primer centenario de la Gran Logia de Francia.Et si omnes, ego non.