-
Vosotros siempre sois lo primero. Estáis por delante de cualquier cosa y cualquier persona. Le pique a quien le pique. Nuestra familia es lo primero siempre.
-
Los tres sois especiales. Ninguno de vosotros es igual a los otros dos. Esto significa que os trataré de distinta manera, según vuestras necesidades y madurez en cada momento.
-
Intentaré respetar vuestros propios ritmos. No os exigiré nada que no podáis hacer ni os compararé con los hijos del vecino. Vosotros sois vosotros. Cada uno sois como sois.
-
Os tendré en cuenta siempre. Cada vez que yo tenga que tomar una decisión, pensaré en vosotros. Pero también intentaré respetar vuestros deseos, dentro de lo posible. Vamos, que no me pidáis chocolate a medianoche porque ya sabéis que la respuesta es y será “no”.
-
Nunca os ridiculizaré. Ni a vosotros ni a vuestras opiniones ni a vuestras ocurrencias. Ni delante de la gente ni a solas. Y mucho menos intentaré quitarle importancia después diciendo que “sólo era una broma”.
-
Os alentaré siempre. En cualquier cosa que queráis realizar, tendréis mi apoyo y mi ayuda si me la pedís. Nada que emprendáis será calificado por mí como “tontería”.
-
Siempre aplaudiré vuestros logros. Si algún día venís locos de contento porque os han dado un ascenso, mis primeras palabras no serán que os pagan poco o que os han engañado en el contrato. Si un día venís dando botes de alegría porque os vais a casar con la persona de vuestros sueños, no diré un simple “vale” y seguiré a lo mío.
-
Siempre estaré abierta al diálogo. Cualquier cosa que os pase, tenéis que saber que podéis contármela. Si tenemos una discusión y nos hemos enfadado, siempre podremos encontrar una solución hablando. El silencio y pretender que no ha pasado nada no es la manera de solucionar los conflictos y, desde luego, no es la relación que quiero tener con vosotros.
-
No pasa nada por pedir perdón. Si me he equivocado, si no he actuado correctamente, si saqué conclusiones erróneas, si regañé al que no debía… no pasa nada, os pediré perdón. Y eso no me hace peor madre ni merma mi autoridad ante vosotros ni me hace débil.
-
Haré cosas con vosotros siempre. Pintaré, cocinaré, jugaré, veré pelis y leeré cuentos con cada uno de vosotros. No importa lo que ensuciemos, no importa que me meta en camisas de once varas. Lo que importa son los recuerdos que os quedarán cuando seáis mayores y a los que volveréis cuando yo ya no esté.
-
Siempre respetaré vuestras decisiones. Si creo que estáis obrando mal, os diré mi opinión y escucharé la vuestra. Pero os dejaré tomar vuestras propias decisiones en la vida y no insistiré. Mi trabajo como madre no es evitar que os deis contra la pared que estoy viendo, sino deciros que está ahí y aliviaros el posible golpe que os deis contra ella si me dejáis. Ojo, que a lo mejor resulta que la que estaba equivocada era yo… en ese caso, os remito al punto 9.
-
Prometo confiar siempre en vosotros. En lo que me decís, en la educación que os estamos dando, en que sois capaces de hacer lo que os propongáis.
-
Os quiero hasta cuando estoy enfadada con vosotros. Os quise desde antes de ser concebidos, en el momento en el que supe que estabais en camino y desde vuestro primer aliento. Os quiero cada día, con cada latido de mi corazón. Os querré siempre, hagáis lo que hagáis.
Y dejo este manifiesto aquí, para tenerlo presente, para poder releerlo cuando sienta que lo estoy haciendo mal y para que quede constancia de lo que quiero hacer como vuestra madre. Éstas son las bases de la relación que quiero tener con vosotros.