Cada rincón de esta vivienda del centro de Madrid deja ver las pasiones de su propietario. Arte y mobiliario de épocas muy distintas conforman una simbiosis de total armonía con la belleza como lema.
En la entrada. El pavimento del hall es una cuadrícula de mármol en dos tonos. Sobre el gueridón neoclásico italiano, bustos también del s. XIX y lámpara de metal cromado de Barbier, de los años 60. El espacio se completa con una colección de espejos convexos Regencia. La peana de madera ebonizada sostiene el colmillo de un narval macho.
Varios ambientes en el salón. Se articula en dos zonas de estar contiguas, unificadas por una llamativa moqueta, que es un diseño de Alfonso Icaza inspirado en las creaciones de David Hicks.
Estas dos butacas de cuero color coñac con capitoné datan de los años 20. La mesa de centro es una pieza en cobre y metacrilato, creada por Mercier Frères para Liwan’s en los 70. Todo, se puede encontrar en Bakelita. El sofá verde es de Gastón y Daniela.
Tres paneles de espejo en ángulo multiplican la imagen de los muebles del comedor, una creación de Pierre Lotier de los años 50. Sobre la consola blanca, de Maison Jansen, en Bakelita, una fotografía del Coliseo de Gabriele Basilico, procedente de la galería Oliva Arauna. La lámpara es una pieza de campaña Carlos IV.
Un dormitorio con calidez. Las telas que visten las paredes y la cama proceden de Gastón y Daniela. Sobre el cabecero, un cuadro de Eduardo Sistiaga. Entre una pareja de armarios de obra camuflados, fotografía de gran formato en blanco y negro firmada por Pablo Genovés.
Un gran espejo Imperio en caoba y bronce, del s. XIX, y un cuadro de Agustí Puig definen este espacio. En el suelo, mármol pulido con juntas de acero cromado.