En 1885 el ilustre y venerado científico español Santiago Ramón y Cajalexpresaba y lamentaba, en una de sus correspondencias a su amigo y colega Antonio Vicente Dolz, residente en Louvain (Bélgica), la falta de fondos e instrumental del que disponía en España para poder realizar sus investigaciones.
“¡Ah! ¡Quién tuviera esos magníficos objetivos a que Flemming, Strasburger y Carnoy deben sus descubrimientos! ¡quién pudiera poseer un Seibert 1/16 ó un Zeiss 1/18! Aquí desgraciadamente las facultades no tienen material y, aunque yo me empeñara en pedir uno de esos objetivos, no me lo permitiría el decano por falta de fondos. Mucho envidio más aún esa riqueza de medios técnicos de que ustedes gozan, con la que se hace cuanto se quiere. Yo tengo que resignarme con un objetivo 8 de inmersión Verick y éste gracias a que es de mi propiedad [se lo había comprado en 1877], que por la Facultad no tendría más que un 5 ó 6 Nachet”.
En España rara vez se ha encontrado una línea razonable que se ajuste a nuestras necesidades y esperanzas, la ciencia no parece haber gozado de la importancia que tiene para la colectividad, nunca, parece haber sido considerada como algo propio, inherente a nuestra cultura como parte de la naturaleza propia de nuestra sociedad, en principio moderna.
Este escenario nunca ha sido extraño, Ramón y Cajal se quejó de esta situación abiertamente siempre que pudo, a pesar de que vivió, hasta el estallido del golpe de estado del 36 y la subsiguiente guerra civil, en la denominada edad de plata de las ciencias y las letras españolas, es necesario dar un salto, pasar de soslayo y olvidar ese periodo del «queremos una ciencia católica» que pronunció José Ibáñez Martín tras el fin de la guerra civil española. Parecía que aquella época de tinieblas estaba superada, gran parte de nuestro retraso se debió a aquella terrible visión de la “ciencia católica” un estado y un gobierno carente del sentido de futuro o modernidad, hasta que con la llegada de la democracia, el estado se hace garante constitucionalmente de la ciencia en beneficio del interés general, al menos sobre un papel que cada día parece tener el mismo valor que las estampitas del bollycao, la constitución.
2008 es el año que nunca olvidaremos, el colapso del mundo financiero arrastra a España al sagrado camino de la austeridad, muchos ya veíamos por donde iba a avanzar ese camino. Durante el gobierno de Zapatero el gasto en I+D+i se duplicó pasando de 5.018 millones en 2005 a los 9.673 de 2009, se creó un ministerio propio para la ciencia, el ministerio de ciencia y tecnología, pero como ya sabemos todo eso se derrumbó como un castillo de naipes (Los ministerios de la ciencia), pensar en los frutos de una política a largo plazo era ya una quimera, la apuesta por la ciencia y la I+D+i como modelo económico tenía sus días contados, el modelo a seguir era la precariedad, reformas laborales (a favor de sabemos quiénes), y el desmantelamiento de la sanidad y la educación.
Entonces… ¿no hay más camino?, no! para quienes ven en los recortes y la austeridad la coartada perfecta para la aplicación de un ideario preconcebido, ideológico y dogmático (El artículo de Reinhart y Rogoff y el nuevo Despotismo Aneuronado.)
Durante estos tristes 5 años hemos asistido a eso, “al no quiero hacerlo pero no nos queda más remedio”, aunque haya estudios que contradicen dichas políticas, el colapso de la ciencia en España es un hecho, la falta de interés y de fondos por el estado de la que se quejaba Ramón y Cajal es un triste espejo en el que seguimos mirándonos, incluso, la propia revista Nature, rogaba en el 2010 que la crisis no se usase como excusa para detener el avance de la ciencia española. Aquí la cronología de los tres primeros años de tijeretazos.
Solo hay una cosa que parece no tocar fondo, y no es la crisis, sino los tijeretazos, en su afán por recortar el Gobierno ha ultimado en estos días una lista de los organismos y entes públicos que quiere suprimir, trasladar o fusionar en su reforma de las administraciones públicas, en lo que cabe preguntarse¿qué significa exactamente el verbo “integrar” en el uso de esta reforma? La desaparición de los 57 organismos que el Gobierno suprime, fusiona o adelgaza está justificada de nuevo en la sagrada austeridad, “es necesario, no nos queda más remedio, hay que hacer lo que hay que hacer o somos unos despilfarradores, etc”, sin embargo dentro de algunas fundaciones u organismos los hay que no suponían coste alguno para el ministerio, al menos en el ejercicio del 2013, e iban “tirando”.
Los desaparecidos, fusionados o adelgazados (aquí la lista) son organismos, fundaciones y consorcios que forman un grupo muy heterogéneo, admito que es de suponer (sin entrar a valorar las particularidades de cada uno de estos 57 organismos) que de todo habrá, duplicidades, ineficiencias y esas cosas que ahora están tan de moda…, pero ¿no hay mayor duplicidades en las diputaciones tan puestas en entredicho desde que se comenzó el camino de la austeridad? y el senado, ¿qué pasa con el senado?, a los contribuyentes nos cuesta unos 100 millones de €/año y aun no tengo claro si sirve para mucho.
Un caso especial merece la Fundación Observatorio Español de Acuicultura (OESA), y el Instituto Español de Oceanografía (IEO) ambos al parecer están en la etiqueta “integrarse”, el primero en la Fundación Biodiversidad o en la organización ministerial (página 251 del documento oficial de Reforma de las Administraciones Públicas) y el segundo compartirá determinados servicios y actividades con otros organismos (pág. 251 de la Reforma de las Administraciones Públicas).
La Fundación OESA inició su andadura en 2008, con unos objetivos claros, promover la articulación y el desarrollo de nuevos proyectos de investigación aplicada en el campo de la acuicultura, la transferencia tecnológica hacia las empresas, la dinamización del sector y una gran labor de difusión y divulgación del sector acuícola en nuestro país (podéis consultar su memoria técnica y económica a partir de la pág. 80 de este enlace). A pesar de su contribución al sector con un presupuesto cada vez más reducido, la fundación desaparecerá como tal en el 2014. Un flaco favor a uno de los sectores (la acuicultura) que más han tirado hacia delante en estos años y del que somos el primer productor de la Unión Europea. Si se integra en otro organismo, esperamos que no pierda sus fines y pueda seguir trabajando para acercar esta actividad con gran potencial de futuro a la sociedad y promover su desarrollo sostenible.
Parece que será difícil cuantificar la destrucción de empleo que provocará esta reforma en aras de la sostenibilidad de nuestro estado, pero para muchos sectores estratégicos y sociales va a significar, sin duda, un paso atrás. Mientras tanto los 900.000 euros de cooperación al desarrollo para fundaciones de partidos políticos siguen intactos, porque, básicamente, vamos en la buena dirección. (Leer aquí)