Estamos en el siglo XXI, desde que en la década de los 50 unos húngaros encabezados por Puskas asombraron al mundo y humillaron a los ingleses en Wembley y en la de los 70 unos desgarbados holandeses con un tal Johan Cruyff como capitán no ganaron ningún título pero entraron en el olimpo de los equipos míticos, quedó demostrado que el fútbol de especialistas estaba extinto. Cada jugador tenía que dominar, en la medida de lo posible, todas las facetas del juego, esto revertía en un mejor rendimiento colectivo. Grandes equipos como el Milán de Sacchi, el Ajax de Van Gaal, el Barça de Guardiola o la selección española de Aragonés/Del Bosque, alcanzaron las más altas cotas siendo fieles a esta filosofía.
El Real Madrid de Ancelotti no termina de encontrar su juego y una de las razones más importantes es que su juego colectivo es muy pobre. El técnico le está dando vueltas a los esquemas, probando soluciones alternativas en las alineaciones (el tema de Ramos como pivote defensivo aún escuece en gran parte de la afición), pero hasta que no consiga que los 11 que salen a jugar jueguen a lo mismo, sus esfuerzos serán vanos. El refrán dice que la mejor defensa es un buen ataque. Lo tomo como base pero invierto los términos, un buen ataque, sin una defensa a la altura, no gana campeonatos.
Tomemos como base el partido contra la Juventus jugado en el Juventus Stadium el pasado 5 de noviembre. La delantera blanca es la formada por Benzema, el apático francés que, por voluntad propia, no aporta prácticamente nada en el aspecto defensivo; Cristiano Ronaldo, la estrella del equipo, que prefiere estar fresco para el ataque por lo que colabora lo mínimo posible en el resto de tareas y Gareth Bale, el jugador más caro del mundo, recién aterrizado, situado en una posición, la de mediapunta por la derecha, que no es la suya y no al 100% físicamente tras haber tenido alguna pequeña lesión al no realizar la pretemporada.
Quitando algún mínimo arranque corajudo, e individual en el que, alternativamente, estos jugadores presionaban la salida de balón italiana, no se vió un trabajo conjunto destinado a entorpecerla. Las consecuencias de esto fueron muchas y muy negativas para los intereses del equipo entrenado por Ancelotti. Primero, los laterales tuvieron libertad para subir, lo único que les impedía hacerlo era que temían dejar a su espalda a los estiletes blancos. Segundo, no sólo los centrales podían iniciar el juego con tranquilidad sino que, la gran estrella transalpina y uno de los mejores pivotes organizadores del mundo, Pirlo, campaba a sus anchas en el hueco dejado entre los delanteros y el centro del campo.
Sigamos analizando verticalmente, la tripleta de mediocentros que dispuso Carletto fue Xabi Alonso como pivote y Khedira y Modric como interiores. Sufrieron de lo lindo, el espacio que tenían que cubrir era enorme, la indolencia de los delanteros les hacía tener que ir a por Pirlo y sus lugartenientes, Marchisio y Vidal y por otra, la poca confianza de la defensa, hacía que esta reculara hacia la meta defendida por Casillas, lo que estiraba todavía más al equipo haciendo que fuera muy complicado defender la frontal del área. Por si esto fuera poco, los laterales subían libres de marca por lo que, tanto Modric como Khedira, tenían que cubrirlos, dándoles tiempo a decidir, como en la jugada del 2º gol turinés, en la que Modric no puede marcar adecuadamente a Martín Cáceres, que centra para que remate Llorente.
Estos problemas, como no, se reflejan en la parte más criticada del equipo, la línea defensiva, que se ve demasiado exigida por el mal trabajo de sus compañeros. Por las bandas se permiten demasiados 1 vs 1 con los laterales, con lo que parecen duelos del lejano Oeste en el que no siempre los blancos salen ganadores. Por el centro, al tener que abarcar tanto los mediocentros, dejan la frontal descubierta por lo que los centrales tienen que salir a tapar. Como se ha comentado anteriormente, la falta de confianza de los integrantes de la zaga hace que se defienda demasiado dentro del área, con lo que esto supone, los errores, que al estar tan exigidos se producen, terminan en goles.
Todo esto mejoraría, sustancialmente, si cada jugador tuviera unas tareas defensivas claras y concretas, incluidos los delanteros. Esto no significa que se tengan que pegar el partido corriendo detrás del balón como pollos sin cabeza, eso sólo es síntoma de una mala organización. Con que estuvieran bien situados, impidiendo líneas de pase y persiguiendo a los laterales contrarios cuando fuera necesario (en el 90% de los casos, estos no se tratan de Cafú o Roberto Carlos, con el balón son limitados y cuando sienten una presencia rival cercana tienden a pasarle el balón a su mediocentro o a retrasarlo a los centrales o al portero), sin alardes físicos, sería un buen comienzo para que el resto de las líneas pudieran funcionar, esto le daría un respiro al centro del campo, que tendría que ser menos ancho, podría cubrir más encima a los centrocampistas rivales y acudir a la ayuda de centrales y laterales que, más protegidos, podrían adelantar la línea defensiva, compactando el equipo, dejando menos espacios y mejorando el juego defensivo colectivo.
Si algo hacía bien el Real Madrid de Mourinho, era dominar la presión, con su famosa estrategia de las 3 alturas, esto se ha perdido, Ancelotti deberá implementar algo similar lo antes posible si quiere perpetuarse en la casa blanca, así de claro.