El desprotegido.
Películas como El protegido (2000) y Batman Begins (2005), comics como la línea Ultimate de Marvel o series televisivas como Héroes, pretenden dotar de cierto realismo y verosimilitud al género súper heroico, llegando en ocasiones a niveles absolutamente sorprendentes. Pero por muy buena que sea la labor de estas obras siempre hay un instante en que el espectador debe dejarse llevar por la suspensión de la incredulidad y aceptar las inconsistencias que plantea dicha ficción. Esto se debe a que la figura del superhéroe trae consigo unas convenciones dramáticas ineludibles y que, por mucho que les despojemos de sus coloridos trajes y les concedamos matices urbanos, profundidad psicológica, cuentas corrientes o diabetes, estos personajes se mueven en parámetros puramente fantásticos, como los unicornios y los elfos. Si alguien en la vida real intentara emular a uno de ellos parecería un mamarracho, como Defendor.
La historia gira alrededor de Arthur Poppington (Woody Harrelson), un hombre de mediana edad que no viene de Krypton ni ha sido picado por un insecto radiactivo, pero que se cree un superhéroe y ha desarrollado una identidad secreta como justiciero enmascarado, aunque nadie parece tomarle demasiado en serio. Se hace llamar Defendor y detesta cuando alguien pronuncia mal su nombre –“¡es Defendor no Defensor!” –. El tipo suelta constantemente latiguillos de superhéroe que chirriarían incluso en un mal tebeo –“Cuidado termitas, ¡es la hora del aplastamiento!” –. Cuando sale de vigilancia salta entre edificios y aterriza en un contenedor, pero está vacío y nada amortigua el golpe –“Nota mental, recordar el día de recogida de basuras” –. Aunque no tiene súper poderes es experto en el manejo del tirachinas y dispone de ciertas armas especiales, como canicas, zumo de lima o tarros llenos de abejas enfurecidas. Unas herramientas que resultarían efectivas en una ficción camp como el Batman de los años 60’s o en el patio de un colegio, pero que se demuestran completamente inútiles en un callejón oscuro contra unos narcotraficantes.
A medio camino entre la comedia, la tragedia y el diván del psicoanalista, entre la parodia y el lamento por la ingenuidad perdida, encontramos este psicodrama canadiense que contiene ciertos elementos cervantinos, como la imagen del heroísmo patético y la confrontación entre idealismo y realismo. Si Don Quijote de la Mancha (1605) había leído demasiados libros de caballerías, nuestro majadero protagonista ha hecho lo propio con los cómics. Un tema que el cine ya ha tratado con humor en diversas ocasiones, ya sea en forma de fábula moral (Finalmente héroe, 1980), de parodia freak (Mystery Men, 1999), de drama con tintes paranoicos (Special, 2006) o de cinta de acción (Kick Ass: listo para machacar, 2010).
A medida que avanza el metraje vamos conociendo las motivaciones y el sórdido pasado de Defendor, y la cinta pasa de hacer reír a conmover. Lo que había empezado como una desmitificadora sátira del mundo de los superhéroes acaba siendo un esperanzador melodrama urbano, y aunque el conjunto queda bastante equilibrado, lo cierto es que todo resulta demasiado convencional y que la película se limita a dar una visión simpática y pueril de una historia que podía haber dado mucho más de sí. Lo único que queda para el recuerdo, aparte de algún que otro gag afortunado, es un interesante diálogo entre el protagonista y la joven yonqui con la que intima (Kat Dennings). Cuando él le pregunta; “¿Por qué fumas eso?” ella replica; “¿Por qué te vistes como un superhéroe?”. A lo que él contesta que los superhéroes no son estúpidos ni tienen miedo, y que cuando es Defendor deja de ser Arthur, y es un millón de veces mejor que Arthur. Entonces ella le explica que fuma por los mismos motivos, así que podemos deducir que la esencia de los superhéroes es la misma que la de las drogas; el subidón. Algo a lo que ya había llegado Repronto en sus reflexiones.
La frase: «Yo no soy Lois Lane y tú no eres Superman, así que excítate con otra fantasía.»
La frase 2: «¿Qué superhéroe recibe palizas todo el tiempo?»
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