Sociológicamente, la violencia contra la mujer es un hecho pluriofensivo. No sólo afecta su integridad física y psicológica, sino que en muchos casos desestabiliza el núcleo familiar y lesiona el desarrollo integral de niños y adolescentes; en otras palabras, genera un daño social incuantificable. Se trata de un problema fundamentalmente cultural. La civilización se sustenta en la diferenciación de los seres humanos en clases sociales, razas e, incluso, sexo. Toda división trae consigo relaciones de dominación y toda dominación es esencialmente violenta. Tales paradigmas requieren de una transformación humanista que, en esencia, conlleve la igualdad de los seres humanos, primordialmente entre el hombre y la mujer. Una aproximación a tan deseado cambio cultural significa asumir plenamente la defensa de la mujer.
Con tal finalidad, el Estado venezolano ha dado pasos decididos al suscribir, en primer lugar, la Convención para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer. Posteriormente, el 24 de abril de 2007 se promulgó y publicó la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Podemos decir que legislativamente el Estado nos ha dotado de los instrumentos necesarios para la efectiva protección del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia. La realización de los fines de esta ley implica garantizarles a todas el acceso a la justicia. En lo que corresponde al Ministerio Público, se adelantan todas las medidas administrativas e institucionales necesarias para consolidar la actuación procesal relacionada con las mujeres que han sido víctimas de cualquier tipo de violencia. En ese esfuerzo hemos decidido crear la Dirección para la Defensa de la Mujer, que tendrá como función garantizar la efectiva actuación de los fiscales con competencia en esta materia. También, impulsamos un amplio plan nacional de prevención del delito, en el cual será de gran importancia promover estrategias para evitar la violencia de género. En este sentido, nos proponemos llegar a las comunidades y a las familias a través de talleres, foros, publicidad, charlas y de cualquier otro tipo de comunicación que nos permita apuntalar el cambio cultural que consolide la igualdad entre el hombre y la mujer. *Fiscala General de la República y Presidenta (E) del Consejo Moral Republicano.