Desde la libertad como no agresión, el voto obligatorio hace que el Estado disponga de mi voluntad obligándome a votar bajo amenaza del uso de la fuerza. Eso es antiliberal. Por eso, separar libertad de acción de libertad política es errado. Si una dictadura me lleva encadenado a votar, eso no me hace libre políticamente.
El axioma como no agresión implica estar libre de coacción –salvo legítima defensa-. Entre otras cosas tiene relación con la autoposesión, con disponer de mi voluntad siempre.
En general se ha argumentado que la obligatoriedad se justifica pues sería un resguardo a la libertad política y “la responsabilidad del ciudadano con la comunidad”, expresada en el voto. En base a esto, quienes defienden el voto obligatorio plantean que la defensa de la libertad requiere ciertas restricciones, dando ejemplos algo irrisorios, como el uso del cinturón de seguridad.
Pero el error central en el argumento de los defensores de la obligatoriedad es que separar libertad de acción de libertad política. Craso error cuando dicen “Es bien diferente decir que el voto obligatorio afecta mi libertad de acción que decir que afecta mi libertad política –tendemos a pensar en la libertad política como una libertad fundamental-“.
Craso error porque la libertad política depende de la libertad de acción del individuo, es decir, de disponer de tu voluntad sin riesgo de coacción, de la autoposesión. De lo contrario, una dictadura podría obligar –llevando con esposas- a sus disidentes, y así legitimarse. Eso no los hace libres políticamente.
Por eso, el otro error es creer que la libertad política consiste en “elegir libremente entre las distintas opciones disponibles para ejercer el poder del Estado”.
Lo cierto es que la libertad política implica incluso, expresar rechazo incluso a un sistema electoral o político, no votando. De lo contrario, el mismo ejemplo anterior en cuanto a una dictadura se aplica nuevamente.
El voto voluntario respeta la voluntad del ciudadano y además le permite ejercer su libertad política de forma amplia. Nadie le impide ir a votar si así lo desea, y nadie lo obliga a hacerlo si no quiere.
Lo anterior implica algo más importante, permite al individuo ejercer su derecho y elegir de forma verdaderamente libre ¿Por qué verdaderamente libre? Porque ninguna acción bajo amenaza del uso de la fuerza es libre y racional.