Dice Covarrubias en su Tesoro de la Lengua Castellana o Española: “… Sambenito, la insignia de la Santa Inquisición, que echa sobre el pecho y espalda del penitente reconciliado. Está el nombre abreviado de saco benedicto. Es de saber que en la primitiva Iglesia, los que hacían penitencias públicas se vestían de unos sacos o cilicios, y estos los bendecía el obispo o el sacerdote, y con ellos estaban a las puertas de las iglesias hasta haber cumplido su penitencia y ser absueltos de sus culpas y admitidos con los demás fieles al gremio de la Iglesia; y de allí quedó que la Santa Inquisición echase estos mesmos sacos a los penitentes. De manera que aunque para el mundo sea ignominia y afrenta, si los que los traen reciben en paciencia lo que dirá el vulgo, pueden para con Dios merecer mucho.”
Y digo yo, que hoy en día, es otra forma de etiquetar, mas estridente, pero etiqueta al fin. Sambenito, dice el diccionario actual en su tercera acepción, que es: “descrédito que queda de una acción”. Aquello de: por una vez que maté a un perro, me llaman mataperros. Fue una sola vez, pero quedó el descrédito.
- ¿Y usted va hacia alguna parte con esta entrada?
- Pues mire, no lo tengo muy claro.
- Ya me parecía a mí.
Lo cierto es que uno tiende a simplificar cuando habla de otras personas, y a la hora de describirlas, pues es mucho más fácil hacerlo con etiquetas. Etiquetas que probablemente definan a una parte de esa persona, pero no necesariamente a toda la persona, y lo más probable, es que ni siquiera a la parte más importante o significativa de esa persona.
- Pues no sé que decirle.
- Tampoco yo le he preguntado.
- ¡Jesús qué carácter!
El sambenito es aún mas lacerante que la etiqueta. Pues, añade al tópico, la injusticia. La injusticia de marcar a alguien por un error, y la injusticia de la falta de absolución por mucho que te hayas arrepentido públicamente de ese error. Al final, sólo queda como solución, arder en las llamas de la inquisitorial hoguera.
- Pero ¿cómo saber si algo es un sambenito o una definición?
- La mesura y la misericordia no son malas consejeras en este caso. In dubio pro reo.
- Contrapuesto al: “leña al mono que es de goma”.
- Esa es la idea.