Deja de Convertir las Tareas en Monstruos en tu Mente.
Procrastinación. ¿Procrastinas, dejando cosas pendientes por largos periodos de tiempo simplemente porque temes empezar?
¿Dejas cosas justo hasta el último minuto, para terminarlas entre apuradas prisas casi en estado de pánico?
Yo solía tener tremendos problemas con la procrastinación. Durante mi segundo año de universidad fue tan mal que de hecho terminaba y acababa cada papel o tarea por completo justo la noche antes de quedar fuera de plazo.
Recuerdo pasar toda la noche en la biblioteca y después imprimir algo en las primeras horas de la mañana para, literalmente, correr a la clase y entregarlo. No fue muy divertido.
La procrastinación se produce de diversas formas y tamaños. Puede que estés dejando pasar ir al banco unos días, o evitar limpiar la cocina. O puede que te estreses durante 5 días por una llamada de teléfono que solo te llevará 5 minutos realizar. Puede que tú –como yo– formes parte de la legión que estudia exámenes y realiza trabajos justo la noche antes.
Este post describe una perspectiva que puedes adoptar para ayudarte contra la procrastinación. Cambiará tu configuración mental y puede servirte para dejar de acumular tareas.
Percepción errónea y el “monstruo dentro de tu mente”
¿Te has fijado en que una vez que empiezas realmente a trabajar en una tarea –incluso en una que hayas postergado durante mucho tiempo– nunca es tan mala experiencia como esperabas?
¿Por qué ocurre esto?
Porque cuando estás totalmente absorto en una tarea y tu mente está inmersa en ella, ésta no puede inventarse al mismo tiempo una historia sobre dicha tarea.
La mente nos juega todo tipo de pasadas, proyectando al futuro los peores escenarios posibles y convirtiendo la tarea en un monstruo dentro de nuestra mente.
Antes de empezar algo, te imaginas lo terrible y duro que está a punto de ser, de forma que evitas ambas cosas de una vez.
Pero una vez que estás concentrado haciendo algo, normalmente no es tan duro. La parte más dura es superar el obstáculo de empezar.
Nada importante se ha conseguido nunca sin, al menos, algo de dificultad. Para promover acciones significativas en tu vida, habrás de soportar ciertos periodos de incomodidad.
Pero aquí llega el punto esencial: esa incomodidad casi nunca será tan mala como tu mente te hace ver.
Aquí está la tarea real, y luego tienes esa cosa horrible en la que la conviertes en tu cabeza. No caigas en la trampa de pensar que éstas son la misma cosa.
La tarea y el monstruo dentro de tu mente noson la misma cosa.
Por ejemplo, sentarte a escribir nunca es de hecho tan duro una vez comienzas. Lo mismo ocurre con estudiar para un examen, preparar una coreografía, salir a hacer un recado, y así con todo.
Está en la naturaleza de nuestra mente crear cosas desproporcionadas y proyectarlas negativamente hacia el futuro. Tu mente crea un monstruo de la tarea cuando no hay nada ni parecido en la realidad. No confundas esa terrorífica proyección con la tarea auténtica.
Vale, muy bien ¿y ahora qué hago?
Existen unas cuantas formas de gestionar esto. Pruébalas y observa qué funciona mejor para ti.
1) Sé consciente de ello y reconócelo cuando esté ocurriendo
Se dice que “La consciencia es transformadora en sí misma”, y opino que esto es cierto. Como mínimo, la consciencia de un problema es siempre el primer paso para solventarlo.
2) Visualiza la tarea con tanta precisión como te resulte posible
Realiza la tarea en tu cabeza, paso a paso, exactamente como quieres que ocurra. Visualízate a ti mismo haciéndola e intenta imaginar exactamente cómo será. Piensa sobre ello de forma realista, centrándote en los detalles. Simplemente hacer el esfuerzo de ver la tarea objetivamente puede hacerla mucho menos intimidante. La visualización es la clave para convertir tus sueños en una realidad.
3) Empieza sin pensar
Comienza la tarea sin pensar en ella en absoluto, lo mejor que puedas. Si apenas piensas en ello antes de empezar, entonces no le estás dando a tu mente la oportunidad de convertir la tarea en un monstruo ya de entrada. La meditación te ayudará a desconectarte de tus pensamientos. Si puedes empezar efectivamente sin pensar, la tarea puede incluso haber terminado antes de que tu mente se haya percatado de ello.