Deja que te cuente por qué sentimos miedo.

Publicado el 30 noviembre 2017 por Carlosgu82

¿Quién no ha experimentado miedo alguna vez? El miedo es una emoción innata, existente en el reino animal como un mecanismo de defensa para la supervivencia del individuo y de la especie. El ser humano no es la excepción. De hecho, de no ser por el miedo, probablemente no estaríamos aquí. Ya nuestros antepasados hubieran sido víctimas de algún depredador. Por suerte el miedo los ayudó a sobrevivir.

Pero ¿dónde se origina el miedo? Si preguntamos a cualquier persona describirá las sensaciones en el corazón, en el estómago, o incluso en el vientre, pero no. Es allí donde se experimentan las sensaciones, pero el verdadero responsable es el cerebro.

El cerebro es el jefe, el que coordina las funciones neurofisiológicas, emocionales y racionales. También es el responsable de que sintamos miedo.  El centro del miedo en el cerebro estaría en una estructura llamada amígdala,  que se encuentra en el sistema límbico (el responsable de las emociones) y que tiene la función de preservar al individuo y la especie.

La amígdala funciona como una especie de sistema de alarma que responde a todo tipo de estímulos: visuales, auditivos, olfativos, táctiles.  Está activa todo el tiempo, incluso cuando dormimos. Si la amígdala resulta estimulada, si se activa la alarma, se disparan una serie de cambios fisiológicos que nos preparan para la huida, o la lucha.  En otras palabras, para la supervivencia.

¿Qué cambios fisiológicos ocurren cuando sentimos miedo?

Los cambios que pone en marcha nuestro organismo, se llevan a cabo a través del sistema nervioso autónomo, aquel que funciona sin que medie nuestra intervención, lo cual significa que en ellos no actúa nuestra voluntad. Imaginemos por un momento que te encuentras concentrado en alguna actividad y repentinamente escuchas un ruido atronador. No tiene importancia que sea el tubo de escape de un automóvil, o un trueno, y que sepas que no representa ningún peligro, antes de comprender lo que ocurre el corazón te late más aprisa y sientes miedo. Es la amígdala, tu sistema de alarma, activando el sistema nervioso simpático.

El sistema nervioso autónomo está formado por dos contrapartes, el simpático, que actúa en los estados de alarma y nos prepara para huir o luchar, y el parasimpático, que nos induce a la calma y la relajación. Cuando un estímulo nos causa miedo, el sistema simpático, a través de la adrenalina, aumenta la frecuencia cardíaca, por lo que sentimos palpitaciones, se dilatan las pupilas, lo que puede causar visión borrosa, se estimula la sudoración, se siente la boca seca, se pueden relajar los esfínteres facilitando la emisión de orina y heces (que incluso puede llegar a ser involuntaria). También pueden presentarse náuseas, manos y pies fríos, palidez, etc.

Todos hemos sentido el efecto del miedo alguna vez, y todos sabemos que puede ser muy desagradable, aunque no debemos olvidar que su función es preservarnos. En condiciones normales, una vez pasado el peligro, el sistema nervioso parasimpático se encarga de regresarnos al estado original.

Estos cambios fisiológicos, comunes a los animales que cuentan con un sistema nervioso lo suficientemente desarrollado, se mantienen durante un corto tiempo y después desaparecen. En el caso de los humanos, la reacción incluye también la atención enfocada en el estímulo amenazante, una atención que es muy difícil desviar voluntariamente.

¿El miedo siempre es innato, o también puede aprenderse?

Por supuesto que puede aprenderse. Digamos que tenemos un estímulo que habitualmente no resultaría amenazante, como un determinado sonido, y ese sonido se escucha a la vez que un estímulo doloroso. Al cabo de un corto tiempo el sonido por sí solo será suficiente para desencadenar la reacción de temor. Si quieres un ejemplo, solo recuerda la última vez que el odontólogo te arregló una caries, y dime si el sonido de la turbina no te asusta aunque lo escuches en la sala de espera. Es un simple condicionamiento, importante para comprender otros tipos de reacciones relacionadas con el miedo.

¿Qué ocurre en las fobias y en las crisis de pánico?

Si bien el miedo es una reacción orgánica defensiva, inducida por un estímulo amenazador y mediada por el sistema nervioso central, el cerebro humano es mucho más complejo que todo eso.  Nosotros tenemos la capacidad de elaborar ideas y asociarlas con una emoción, así como de anticipar situaciones que aún no han tenido lugar, y que quizá, jamás lo tengan.  Estas características representan un avance evolutivo, pero en ocasiones nos pueden complicar un poco las cosas.

Es lo que ocurre en las fobias: Se desencadena una reacción de miedo ante un estímulo que por sí solo no resultaría amenazante. La reacción es debido a la asociación de ese estímulo con ideas catastróficas que el sujeto que la padece sí percibe como una amenaza, y no es algo que pueda modificarse con la simple voluntad.

La crisis de pánico ocurre en función de los propios síntomas desencadenados por el miedo, que se perciben como un estado de riesgo por enfermedad, retroalimentándose a sí mismos, con lo que la persona que los sufre llega a sentirse en  peligro.

Ambas situaciones son susceptibles de mejorar bajo tratamiento profesional especializado.