Déjalas estar

Por Siempreenmedio @Siempreblog

"Amigdalitis crónica". Ese fue el diagnóstico. Cada pocos meses empiezo a moquear como una fuente de La Alhambra, se me abre la garganta en carne viva, agarro algunas décimas de fiebre y me visita un sabroso dolor de cabeza. Lo bueno es que es todo muy rápido. En 24-48 horas ya pasa lo peor.

Es entonces cuando me acuerdo de mis padres y de Guillermo Álvarez Guedes.

N, como llamaremos a mi progenitora, sufrió también el mismo trastorno durante su infancia. La debieron operar muy joven y jamás se me ha olvidado su relato de terror, temblando en un quirófano gris. Llorando a lágrima viva mientras el cirujano-carnicero forcejeaba a lo bestia con su mandíbula. Por lo que respecta a Álvarez Guedes, era un humorista cubano, exiliado y rabiosamente anticastrista, que hacía llorar de risa a E (mi padre). Me acompañan recuerdos de tardes largas, de paseos a Fuencaliente en el Renault 11 mientras lo escuchábamos entre carcajadas.

Soy muy malo para los chistes, pero les voy a contar el que motiva este post. Para mayor efecto, imaginen que lo relato con acento de Matanzas. Dice que en un congreso médico se encuentran un cirujano estadounidense, un alemán y un cubano. Y se ponen a presumir de sus respectivos sistemas sanitarios. "By-pass coronario", dice el yanki. "En mi país lo solucionamos en 7 horas". El alemán le responde que en el suyo las rebajan a 5. Y el cubano las reduce a tres y media. "Cataratas", dice el alemán. "25 minutos". Su colega estadounidense replica que ellos tardan veinte. Y el cubano de nuevo presume de ser el más rápido: "15 minutos y me sobra". "Extirpación de amígdalas", contraataca el norteamericano. "12 minutos, no más". "En Alemania no llegan a diez y un mismo cirujano hace tres operaciones en serie". Los dos miran inmediatamente al cubano, que guarda un silencio incómodo. Tras una larga pausa, y en voz muy bajita, confiesa: "18 horas y 50 minutos". Sus dos colegas no dan crédito y le preguntan el motivo. "Pues es muy sencillo, compay. Como en Cuba nadie puede abrir la boca tenemos que sacarle las amígdalas por el culo".

Total, que entre el trauma de mi madre y lo fea que se está poniendo la cosa con la ley mordaza, creo que las voy a dejar estar. Además, ahora mismo tengo una voz de barítono que ya la quisiera Barry White.