Tengo un delantero ante mí que siempre quiebra hacia el lado diferente al que yo defiendo.Y es posible que viceversa.
Los párrafos: si soy ese que ya han definido, el del exceso de subordinadas, la sobredosis de paréntesis (y me he fijado. Hay más gente que usa puntos seguidos dentro de los paréntesis.¿Será eso correcto?), el uso algo errático de los dos puntos (que en inglés se llaman colon, y no le veo relación), y las frases atropelladas, según Karina, como si me fuera la vida en ello, según Álex, para provocar vueltas de campana, vamos, poneros de acuerdo. Si soy ese tipo de estilo tan heterodoxo, qué hago un día cualquiera preguntándome si ese horrible hábito de enganchar un tema con otro, eso que en literatura fina se llama concatenación, no es en realidad el causante de que mis párrafos sean largos y monolíticos y no vea, aunque lo busco, el momento de intercalar, zas, un punto y aparte, un retorno de carro, y dar, entonces, el tema por zanjado.
Entonces pienso que eso no deja respirar y pienso en el estilo a definir como urgente, que suena a médico, o atropellado, que suena a accidente de tráfico, que también suena a médico, y pienso cuánto atrás habría que ir en el tiempo, hasta encontrar un momento en que la palabra atropellado ya no tuviera el sentido que tiene ahora, el físico, el del coche que no frena a tiempo, y el golpe seco, el sonido de fémur partido o de radio hecho migas. Pienso en el origen de la palabra, estimo que la palabra tropa tenga algo que ver, y los veo desfilando, a los soldados, disciplinados, hasta que uno pierde el ritmo o se pisa el cordón de la bota que no pudo atarse porque prefirió ir a mear, los soldados mean, no orinan, son soldados y no señoritingas, ése que se pisa el cordón tropieza, o se para, o cambia el ritmo. Y los que van detrás se aturullan. Se paran, se desordenan.