Escucho con asombro que ciertos hospitales ofrecen dos tipos de parto: Protocolo A y Protocolo B. Y encima nos dicen alegremente, que el B es el “humanizado”. ¿El otro que es entonces? Parto extraterrestre? ¿Parto NO-humano?
Para mí, es exactamente igual que si me ofrecieran entre las opciones: aguantar en silencio Vs tener voz y voto.
En cambio, no me imagino a un profesional sanitario dando esta opción:
- ¿Quiere usted un parto natural o un parto artificial?- ¿Cómo? ¿Puede repetir?- Mire señora. Que tiene usted todas las papeletas para un parto normal. ¿Prefiere que le atendamos según el protocolo de atención al parto normal o desea un parto intervenido?
Creo que ni siquiera tendría que estar muy, muy informada nuestra hipotética señora, que con toda seguridad elegiría la opción B. A mí normal, por favor, que la última vez me intervinieron y no me gustó nada…
Ilustración: William Medeiros
Pero si en vez de “normal” cambiamos la palabra por natural… da la impresión de que lo normal es lo otro. Y que “natural” es un término de gente alternativa, poco menos que sectaria, que lo que quiere es parir en medio de la naturaleza con cantos de sirena y brisa del mar. Que oiga, si el parto es respetado, también vale.
Pongamos un ejemplo más. Imaginémonos que vamos a nuestro hospital y nos dicen que podemos elegir. ¿Qué desea Ud. señora?
a) Un parto que se ajuste a la última evidencia científica y que esté acorde con la Estrategia de Atención al Parto Normal, o
b) desea ser atendida según los protocolos de hace 20 años?
Levante la mano la que quiere la opción B.
”Parto natural” está también asociado a “parto con dolor”. Tampoco debería. De hecho, la estregia antes nombrada y la guía de práctica clínica (pág. 85 y siguientes), nos hablan de las formas de evitarlo o disminuirlo: posición vertical, deambulación durante el proceso de dilatación, estar acompañada, una ducha de agua tibia, técnicas de relajación, inyección de agua estéril, un masaje en la zona lumbar, utilizar pelotas de dilatación, estimulación transcutánea… La mayoría de las mujeres desconoce estas opciones.
Escucho también con mucha frecuencia (incluso en nuestras propias filas) las palabras “parto natural”, como si ello implicase de forma simple y reduccionista el querer parir sin epidural o por vía vaginal. Y no. No tiene nada que ver.
Lo natural es parir… así que por ahí ya vamos mal, uniendo conceptos equivocados. Lo no natural es extraer al niño o inducir el trabajo de parto en la madre (aunque sea por medios “naturales”: una inducción es una inducción).
Lo natural es parir. Lo que no quiere decir, que a veces, lo no natural no sea necesario. Y digo: En ocasiones, no siempre. Sí; a veces, hace falta recurrir a lo artificial; es decir, salir de lo natural para asegurar el bienestar de la madre, del hijo o de ambos.
Peeeero. En ningún caso en la mayoría de las madres. En ningún caso como normal o como regla para todas. De hecho, sólo debería elegirse – una inducción, tener un parto artificial, practicar una cesárea, por ejemplo- cuando los riesgos de la intervención elegida sean menores que si dejamos hacer a la naturaleza su labor. Y en todo caso, aún en un parto que necesite intervención, siempre con la máxima de respeto por delante.
Respeto en muchos aspectos:
- Respeto por la evidencia científica existente.- Respeto por la fisiología del parto.- Respeto por el ser humano que nace- Respeto por la madre que pare.
Hacerlo de otra forma, es arriesgar a la madre, arriesgar al niño. Arriesgarse a una demanda por mala praxis. ¿Por qué correr riesgos?
No hay manera de perderse en este tema. Lo que quieren nuestros hijos es nacer, no que “los nazcan”. Lo que queremos nosotras es parir; no que “nos hagan partos”. Queremos parir de forma segura. Parir sin riesgos innecesarios. Parir felices. PARIR NORMAL.
La ilustración la escogí por el cuento de Carlos González: El cuento de la gallina vieja. Podéis leerlo aquí:
LA GALLINA VIEJA