Si tienes hijos en edad de ir al parque (contigo) y has ido por Plaza de España de Madrid desde que la reformaron, habrás visto ese pulpo mitad de madera y mitad de metal que constituye parte de la zona de juegos para los más pequeños.
Hablamos de una estructura en forma de torreón de la que salen 6 serpenteantes toboganes, que, vista desde fuera, es muy atractiva y digamos que «mola», pero que cuando te acercas y ves a tus hijos desaparecer dentro, se convierte en algo un poco inquietante, sobre todo en función de la edad de tus vástagos.
Si vas en hora punta, el sitio en cuestión se convierte en un hormiguero en el que solo los que hayan optado por vestir a sus niños en tonos flúor podrán saber por dónde andan. Pero sea como sea, los niños se organizan y la cosa fluye.
Entonces, ¿a qué viene este artículo?
Pues las ganas de escribir me llegaron cuando empecé a ver padres entrando en la torre sin entender yo muy bien qué pintaban ahí.
Y terminaron de surgirme, ya a borbotones, cuando tras verla caer por el hueco del torreón hasta el suelo, mi hija me contó qué es lo que hacían esos padres ahí dentro.
«Esos padres dicen que son «los guardianes de la torre«, mamá, y van apartando a los niños de las escaleras para que suban los suyos y se tiren por los toboganes».
Vamos a ver una cosa. O varias.
Los parques infantiles son para los niños. Y los niños deben (y de hecho, en la mayoría de los casos, saben) jugar solos. Y los padres no nos podemos meter en las zonas de juegos de los niños. Y mucho menos entrometer en sus juegos.
Y mucho menos aún si los niños con los que estamos tratando no son los nuestros, porque, oh sorpresa, los padres no podemos decir a los hijos de otros lo que deben o no deben hacer. Y de ninguna manera hacerlo, además, cuando no están sus padres delante.
Si quieres que tu hijo suba y tenga todo el tobogán para él solito, le llevas de noche. Y si no es eso, igual esta idea te sirve:
«Mamá, es que si a esos padres les da miedo que sus hijos se suban es esa torre, pues que no los lleven a ese parque, pero que no empujen a los demás niños.»
Y poco más que añadir.
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