Bueno, debo asumir quegeneralmente esta rabia me nace al ver injusticias contra nuestros hermanosmenores, y la última surgió al ver la fotografía de un gatito en Aysén que salióherido en su ojo luego de recibir un balín en las manifestaciones (según dicenproveniente de Fuerzas Especiales, digo “según dicen”, porque no tengo pruebasde esto). Por supuesto, salvo por algunos pocos, el minino debe haber pasadoinadvertido ante los ojos egoístas de quienes estaban en ese minuto en combate.
Puedo sonar quejona pero me dapena la verdad. Es triste ver como uno encuentra personas que parecieran que noconocen la palabra empatía. ¿Qué pensarán esos hombres al golpear de tal formaa Daniel y dejarlo como lo tienen ahora solo por ser gay? El amor es amor paramí y mientras no dañes a otro es válido y respetable.
Ahora, debo reconocer que yo nosoy una santa paloma y que voy por la vida con un canasto con pétalos de rosas,saltando y cantando canciones de amor y paz. No!. Pero si tengo esa capacidadde sentir empatía y llorar al ver un abuelo pidiendo platita en una esquina, opoder imaginar la angustia que tiene una madre que debe sacar a sus hijosadelante sea como sea, aunque eso signifique vender su cuerpo.
¿Será que estos cambios queestamos sufriendo, todas estas lecciones naturales que nuestra Tierra nosentrega, es para que seamos más solidarios entre nosotros? Cuando sufrimos una catástrofenace de nuestros corazones acciones maravillosas, bueno salvo algunos, como entodo siempre hay excepciones.
Espero ver más almas solidarias,como las que sé que existen. Como las que la vida me ha enseñado.
Esta nota es un llamado adetenernos y mirar al lado. Observar la persona que camina a nuestro lado en lacalle y quizás pensar un segundo como sería si yo fuera ella. Así, cuando entremosal metro podremos decir: Permiso ¿me deja pasar?; en vez de tirar el cuerpocomo un camión y empujar a quien sea. Actos tan simples que se agradecensiempre!
Bendiciones!