El especial de junio de 2003, de “Super Chatarra Special” (http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/junio2003/NUEVO0603.htm), lo dedicamos a Niní Marshall, una de las cimas del humor argentino.
Ojeando el dossier de ese mes, nos enganchamos con la nota sobre las censuras que sufrió Niní Marshall en su labor. Quedaba claro que las taras de la sociedad vienen desde lejos. En este post, vamos a recordar la primera de las censuras sufridas por su actitud de “deformar el idioma”. El artículo completo puede ser leído en:
http://www.superchatarra.com.ar/edanteriores/junio2003/censura.htm
-¿Qué pasa?
-¿No lo sabe?
-¿Qué es lo que tengo que saber?
-No va la audición.
-¿No va? ¿Por qué?
Con esta conversación, Niní se enteró que sus personajes Cándida y Catita habían recibido la censura oficial de la Dirección de Radiocomunicaciones.
En 1943, cuando el gobierno militar le apuntó a Niní, ella era la estrella de Radio Splendid. El Secretario de Cultura era Gustavo Martínez Zuviría quien tendría su lugar bajo el sol con el seudónimo de Hugo Wast y pasó a la historia por la autoría de varias novelas claramente antisemitas. Martínez Zuviria (a) Wast supo sentenciar que los personajes de Niní, “deformaban el lenguaje, tergiversaban el correcto idioma e influían en el pueblo, que no tiene capacidad de discernir”.
Toda una definición de principios.
Niní guardó los personajes de Catita y Cándida para esa emisión, de la que se despidió con un provocador: “Hasta el viernes si nos dejan…”.
Niní contraatacó con un sketch en el que Cándida revivía de una catalepsia, convertida en una excelsa cultora del idioma castellano: “Lo juro por la luz eléctrica que me alumbra. Incorpóreme en el féretro, ante la estupefacción colectiva, bájeme del catafalco cual visión fantasmagórica y reintégreme al orbe de los vivos, de tal suerte metamorfoseada, cual crisálida que deja el capullo y se torna mariposa para revolotear de flor en flor”.
El sketch no llegó al aire. Fue vetado por las autoridades porque “es imposible autorizar la irradiación de la pieza que se dirige a las personas de mayor cultura para, acaso con el fin interesado, poner en evidencia la capacidad crítica de esta oficina. Pero si algún mérito tiene el talento que la autora demuestra -mal empleado desgraciadamente-, cree el suscripto que no correspondería, por esta vez, aplicar una sanción severa, sin prevenir a la autora que cualquier reincidencia de esta índole la hará acreedora a las medidas que haya lugar".
En suma: violín en bolsa y no hagás olas.
Paulatinamente, Niní Marshall dejó las radios porteñas, se refugió en Radio Carvé de Montevideo y pasó al cine.
No sería su última censura: ya en plena época peronista, una supuesta orden de Eva Perón, la relegó a una lista negra y Niní debió dejar el país, para radicarse, con éxito, en México.
Retornaría unos años después, muerta Evita, cuando el primer régimen de Perón estaba en sus finales.
Como una poética respuesta del destino al Secretario de Cultura de tintes xenófobos, en 1956, el Instituto de Filología de la Universidad de La Plata invitó a Niní a registrar el habla de sus personajes, en una grabación como material de estudio:
“El Archivo Sincrónico del Habla Argentina Actual deberá registrar dicción, entonación y vocabulario representativos de los estratos culturales del país en todas sus zonas y, como usted sabe, juzgamos del mayor interés para la confección de ese Archivo, los tipos que usted ha compuesto, reveladores de una fina y penetrante observación lingüística práctica.
Como ese archivo estará formado por grabaciones de corta duración (quince minutos en total), y hay un tema común a todas ellas, desearíamos encarar la posibilidad de que usted lo utilice desde el punto de vista de Catita”.
La invitación fue uno de los principales motivos de orgullo para la humorista.