Desde fuera el local es poco llamativo, pero dentro, su elegancia enxebre te atrapa con un aire entre lo moderno y lo acogedor. El servicio y su trato son buenos desde el primer momento y uno se siente bien recibido.
Sin duda nos decantamos por el menú degustación (75,90 euros IVA incluido) que inicia con un delicioso y aromático Aceite de Oliva Virgen de Jaén, primera extracción, que vino acompañado de una pequeña muestra de panes y sales.
Seguimos con la anchoa y queso de cabra. Presentada en una imitación de lata, daba un sencillo, pero buen avance de la calidad del producto que aquí manejan. La combinación queso-anchoa no descubre nada nuevo pero, desde luego, estaba muy bien manejada. Muy agradable.
Seguimos con un plato a base de foie acompañado de texturas de manzana. Sin duda fue el que menos me dijo por su textura liviana y su práctica carencia de sabor, y eso pese a que uno es amigo de los platos sutiles...
El contrapunto llegó con el que para mí fue la mejor vianda de la jornada. Se llamaba pan de Cea, aceite, tomate y albahaca. Era como una amalgama de los sabores de los tres últimos ingredientes, elevados a la máxima potencia, con la textura de un salmorejo muy espeso. Gran bocado del que tomé buena nota.
Seguimos con los interiores de pitu, ostra y papada ibérica. Yo preferí prescindir de la ostra (no puedo con ella) y me la sustituyeron por una navaja. Plato pensado para los amantes del trash food. Todo bien cocinado, aunque no acabé de ver la relación entre los tres elementos, que me gustaron más por separado. Quizás culpa mía por no quedarme con la ostra, pero es que es superior a mis fuerzas... Muy rico el caldo.
Y entonces llegó la que para mí fue la segunda estrella de la tarde, ternera ecológica atunizada en un remake de vitello tonnato, toma ya. Delicadísima vianda semicruda que realmente recordaba a un sashimi, acompañada de una salsa de atún sencillamente deliciosa. Me dieron muchas ganas de investigar sobre el plato original italiano.