Del dentífrico al final de nuestros días

Por Sandra @sandraferrerv
Los primeros años de nuestros hijos son duros. En buena parte porque nos cuesta comunicarnos con ellos. Los llantos, los gestos, los gritos son algunas de las técnicas que tienen los pobres para hacerse valer en este mundo. Siempre pensé que superada esta fase de comunicación primitiva sería todo más fácil. A ver, la verdad es que sí. Pero no imaginé que tan pronto entraríamos en una nueva faceta. La faceta trascendental.Nos ponemos en situación. Tras el momento del cuento, nos vamos a lavar los dientes y la pequeña princesita pregunta dónde está el otro dentífrico. "Se terminó", le respondo yo. "¿Por qué?" pregunta ella, sumergida de lleno en la fase cansina de los eternos "por qués". "Porque todo se acaba", respondo yo sin darle mayor importancia. A todo esto, el señor de la casa responde: "Sí, como la vida".¡¿Cómo?! Pues eso. Esa fue su lacónica respuesta. Absurdo e infructuoso ha sido por mi parte intentar descubrir de dónde ha sacado semejante deducción. Por supuesto, no he obtenido más que un "pues yo, que he pensado, mama". Pues claro, yo que creía que con cinco años mi hijo era todavía un bebé. Pues mira, resulta que no. La disquisición ha continuado por derroteros como que cuando la vida se acaba te vas al cielo y ahí no hay fiestas de cumpleaños ni tiendas dónde comprar... vamos, que me ha dejado sin palabras. Como recibe una educación religiosa imagino que de ahí habrá sacado alguna que otra deducción, aunque dudo que nadie le haya especificado lo de los cumpleaños. Y al menos me queda el consuelo que sus explicaciones no eran para nada dramáticas. No sé si por la inconsciencia real de sus argumentos o por qué no será una persona a la que le afecten este tipo de cosas, que las hay.Conclusión. Las conversaciones con mi hijo se presentan de lo más interesantes.