Lo cierto es que en porfías de este tipo, la ciudad concede los premios a los otros, mientras que para sí misma se reserva los peligros. Pero los responsables sois vosotros, por celebrar inoportunamente tales certámenes, vosotros que soléis ser espectadores de discursos, pero oyentes de hechos, que consideráis los hechos futuros a la luz de las bellas palabras, en las que basáis sus posibilidades, y los ya sucedidos a la luz de las críticas brillantemente expresadas, dando menos crédito al acontecimiento que han presenciado vuestros ojos que el relato que habéis oído. No hay como vosotros para dejarse engañar por la novedad de una moción ni para negarse a seguir adelante con la que ya ha sido aprobada; sois esclavos de todo lo que es insólito y menospreciadores de la normalidad. (…) Buscáis, por así decirlo, un mundo distinto de aquel en que vivimos, sin tener una idea cabal de la realidad presente; en una palabras, estáis subyugados por el placer del oído y os parecéis a espectadores sentados delante de sofistas más que a ciudadanos que deliberan sobre los intereses de su ciudad.
TUCÍDIDES
“Historia de la Guerra del Peloponeso” (III, 38,3-7)