Del Embalse de La Sarra al Ibón de Respomuso, en el Valle de Tena

Por Atableconcarmen @atableconcarmen

    
Aunque llegamos a Lanuza con la idea de subir a los Ibones Azules, Miguel, del Hotel La Casueña, nos aconsejó dirigirnos hacia el de Respomuso. En esta época del año ya no sólo era una ruta que tenía más vegetación, sino que desplegaba sus mejores galas mostrando ese abanico de colores que ofrecen los árboles al inicio del otoño. Decidido, iríamos Del Embalse de La Sarra al Ibón de Respomuso, en el Valle de Tena.
Nos levantamos temprano y desayunamos bien y sin prisas. Los desayunos que nos prepara Marian son deliciosos y merece la pena dedicarle su tiempo. Repasamos los datos de la excursión de hoy y, en coche, nos dirigimos hacia Sallent de Gállego. Hasta el Embalse de la Sarra dicen que hay unos 4 km., y digo dicen, por que a mí me parecen más. Esta distancia se puede recorrer en coche, aunque los más andarines pueden subir por el GR-11.
Aprovechando que esta vez voy de copiloto, mientras subimos por la estrecha carretera, voy mirando hacia abajo por la ventanilla. El colorido es espectacular. Amarillos, ocres, toda la gama posible de verdes y rojizos cubren el valle, nos anuncian cómo de bonito va a ser lo que nos encontremos después.
Al llegar al embalse de La Sarra dejamos el coche en la central hidroeléctrica, se puede dejar unos metros más adelante, en el merendero de donde parte el sendero, pero no nos fiamos por si no hay sitio.
Allí, en el merendero, cruzamos el río Aguas Limpias y comenzamos a caminar por la senda que hay marcada y que comienza con una suave ascensión.
  

 
La ruta está pensada para recorrerla en 6 horas, nosotros empleamos más tiempo, no tenemos prisa. Ni tenemos prisa, ni lo entendemos como una prueba de resistencia y rapidez. El objetivo de realizar esta ruta es disfrutar del entorno, de regalarnos bellos paisajes y hartarnos de naturaleza, si es que podemos, por lo que de vez en cuando paramos a descansar y a contemplar, en mi caso, también a fotografiar, quiero capturar todo lo que veo y llevármelo conmigo. Así que vamos a buen ritmo aunque sin pasarnos.
  
    
Son unos 13 km., ida y vuelta, pero la mayoría de ellos son en ascenso que, al regreso, se convierten en bajadas, en total unos 900 metros de desnivel hasta que alcanzamos los más de 2100 m. de altura en los que se encuentra el ibón. Mucha roca, mucha senda con piedras sueltas, que para montañeros expertos o corredores de montaña serán cosa fácil, pero que una aficionada como yo va gran parte del tiempo mirando hacia el suelo viendo donde pone los pies.
El Pirineo Aragonés es fabuloso y poco a poco, a medida que lo vamos descubriendo, todavía nos gusta más. A pocos kilómetros del Valle de Tena, se encuentra Ordesa, una joya, pero si sólo se disponen de 4 ó 5 días, recomiendo centrarse sólo en una zona. No habrá tiempo de aburrirse.
Conforme vamos subiendo, el paisaje de alta montaña se intensifica. Pequeñas cascadas y saltos de agua salen a nuestro paso durante todo el trayecto. En ocasiones no queda otra que meter la bota en el agua, el sendero es estrecho, a la derecha dejamos un precipicio y no me arriesgo a saltar y resbalar.
  

 

 
Atravesamos un hayedo precioso, una maravilla en otoño, aunque imagino que en cualquier estación tendrá su encanto. Caminamos largo rato por una densa alfombra de hojas que se han ido acumulando con el paso del tiempo, me encanta el sonido que se produce al pisarlas.
  


 
Aunque la mañana comenzó bien fresquita, el esfuerzo se va notando y nos quitamos el forro polar. Por cierto, no olvidar el protector solar, a esas alturas los rayos de sol son como agujas que se clavan en la piel.
  

 
Nos detenemos de vez en cuando, no siempre lo piden nuestros pies, lo piden más a menudo nuestros ojos, que quieren recrearse con el derroche de vegetación y esos paisajes que parecen retocados por un pincel imaginario.
  

 
No dejamos de ganar altura. A veces la ruta es más costosa y de ascenso más pronunciado, sobre todo la segunda mitad, pero sabemos que al final, tendremos nuestra recompensa.
  
    
Calculo que a mitad de la ruta, cuando comienza una fuerte subida, tenemos que cruzar el barranco d'Arriel por donde baja un fuerte torrente sin puente y de considerable caudal. Algunas piedras hacen de puente, pero a veces no es suficiente y tengo que volver a meter las botas en el agua. Si resbalo y me caigo, será peor.
  

 
Nosotros seguimos en dirección al refugio de Respomuso. A partir de ahora todo va a ser ascenso, y generalmente por rocas, es, quizás, la parte más fatigosa. La vegetación cambia, y las hayas dan paso a los pinos negros. También hay menos arbustos.
  
    
En el camino algún torrente más. En uno de ellos toca pasar por debajo rápidamente, no hay otra opción, y nos mojamos un poco, pero con el calor que vamos teniendo y el sol que hace, no molesta.
  
    
Por fin vemos la presa, enseguida allá al fondo el refugio y en frente el Ibón de Respomuso.
  

 
Es mediodía y el sol es fuerte, se refleja en las aguas del ibón. Un ibón de azul intenso, intensísimo, que contrasta con las montañas que lo rodean, ahora sin nieve, y el verde oscuro e intenso de los pinos que habitan a esa altura.
  
    
Nos sentamos a contemplar un buen rato en el que vuelvo a repetir: ¡Qué grande es la naturaleza!
Allí en lo alto sopla un viento fresco, no hay que confiarse. Reponemos fuerzas mientras seguimos sumergidos, virtualmente, en el Ibón y poco a poco, pensamos en iniciar el camino de vuelta.
Aunque gran parte del camino va a ser en descenso, no quiere decir que vaya a ser mucho más rápido. Bajando hay que tener tanta precaución o más que subiendo.
  

 
También paramos de vez en cuando para tomar más fotografías, para dejar que las piernas se recuperen, para alargar la llegada. En el trayecto nos cruzamos con gente que comienza a realizar el ascenso a esas horas de la tarde, cargados con pesadas mochilas. Sus planes son muy diferentes a los nuestros, su objetivo es pasar la noche en el Refugio de Respomuso y a la mañana siguiente ascender alguno de los picos.
  

 
Cuando alcanzamos el coche ya han pasado más de 7 horas desde que lo dejamos esta mañana. Casi casi hemos batido récord de lentitud, pero es que nos lo hemos tomado con calma.
Con las piernas algo cansadas nos vamos hacia Lanuza. Una ducha y una buena cena nos están esperando.
Etapas de este viaje:

 Bon Voyage!