No cabe duda de que Babelio es una plataforma literaria importante. Los libros que recomienda son un referente. Las listas que elaboran los seguidores sobre subgéneros literarios resultan bastante fiables; además casi siempre encontramos alguna reseña sobre un título que nos interese leer. Por si esto fuera poco, cada cierto tiempo se abre una Masa Crítica donde tenemos la posibilidad de obtener un libro, elegido por nosotros, a cambio de realizar una crítica. Gracias a esta iniciativa he recibido Del mono al Sapiens, un libro fabuloso en el que los textos de Bengt-Erik Engholm y las ilustraciones de Jonna Bjōrnstjerna se complementan para que los jóvenes de la casa (y los no tanto) pasen ratos divertidos, agradables y de reflexión sobre quiénes somos.
Mi agradecimiento enorme a Babelio y a la editorial Harperkids.
Llaman la atención en este libro, el orden, la estructura y los dibujos que, no cabe duda, enriquecen el texto; en todas las páginas encontramos personajes de cómic que con onomatopeyas o bocadillos suplementan la historia. El diseño de los personajes es casi igual para todos, lo que nos recuerda que no somos tan diferentes como algunos se empeñan en proclamar. Pero hay color en las imágenes, un tono algo más o menos subido en la piel, un sombrero o la ausencia de él, un cabello más o menos rizado, ciertas prendas de vestir… Los personajes de Del mono al Sapiens van experimentando una evolución, tal como afirma el título, aunque las diferencias son mínimas, desde el principio de la historia nos vemos reflejados. Los dibujos son divertidos; los chicos reirán con las agudezas encontradas en el lenguaje elíptico de los globos o en las onomatopeyas, que quitan gravedad a los hechos ocurridos en realidad. Las ilustraciones conforman casi por sí solas un relato paralelo.
Como el concepto tiempo es abstracto, Bjōrnstjerna, tras un árbol genealógico en el que retrata las caras de los diferentes homínidos a partir del Autralopithecus, y en el que se permite terminar con el Homo Digitalis, dibuja la historia de la Tierra en la esfera correspondiente a los doce meses del año. La Tierra se crearía el 1 de enero y la historia completa del hombre ocuparía los 39 últimos minutos del 31 de diciembre. Visto así, nos damos cuenta de lo ínfimos que somos.
Las dos últimas páginas del libro están ocupadas por tiras cómicas que reflejan la cronología del Sapiens desde hace 70.000 años hasta el momento.
No cabe duda de que los colores son llamativos y los dibujos mantienen un tono humorístico y exagerado. Es una verdadera delicia pasear por las 167 páginas del libro. Y, por supuesto, no solo para recrearnos con las ilustraciones; el texto es bastante completo y fácil de leer. Engholm ha tenido en cuenta la edad de los lectores y ha dividido la historia en cinco grandes apartados; cada uno de ellos está formado por curiosidades (de una página) encabezadas por un título. Aunque siguen una cronología general, los subapartados no continúan de forma regular; esto facilita la lectura de dos o tres páginas diarias o incluso ir directamente a aquello que les interesa en especial, A saquear en nombre de Dios o Las colonias.
No todo es diversión, al menos, los autores no pretenden solo la risa de los lectores. El libro trata temas muy variados como el racismo, «Tenemos aspectos diferentes porque nuestros predecesores han vivido en sitios diferentes», la xenofobia, la crueldad humana, la inmigración, «a eso se siguen viendo obligadas algunas personas hoy», o el concepto de amistad.
Es cierto que estos aspectos no se tratan en profundidad, pero no se trata sino de que el niño reflexione sobre la poca importancia del color de la piel, la poca importancia del sitio de procedencia y la gran importancia de utilizar la inteligencia, de tener claro que somos los únicos habitantes de la tierra que, al caminar erguidos, nuestro cerebro se desarrolló más que el del resto de especies, y que somos lo suficientemente capaces de evitar confrontaciones innecesarias. Si ahora nos parece inocente la creencia antigua de achacar las malas cosechas a castigos divinos, ¿por qué sentimos la necesidad de intercambiar favores con el dios de cada uno? ¿Aún no nos hemos dado cuenta de que hay poca intervención divina y mucho afán de poder humano? «Los mitos sobre un dios severo ayudaron a los gobernantes a acumular más poder sobre el pueblo».
Una vez leemos el libro, nos damos cuenta de que la supremacía de occidente no ha existido siempre; sin embargo, el hombre sí ha tenido cierta inclinación a la xenofobia, bien por su carácter egoísta, bien por las condiciones ambientales, políticas o económicas, «creíamos que los demás eran peores por el simple hecho de que provenían de otro lugar o de que tenían un aspecto diferente».
A esto hay que añadir otro problema: la superpoblación. Somos millones de personas viviendo en espacios donde antes lo hacían miles o cientos. Las condiciones de vida para la gran mayoría son peores: menos trabajo, menos espacio vital, menos actividades satisfactorias. Hemos sido capaces de inventar artilugios que nos hacen la vida más cómoda pero estamos llegando al punto de apreciar más a las máquinas que a los propios humanos. Tenemos “derechos humanos” pero no consideramos a todos dignos de estos derechos. Estamos consiguiendo una vida totalmente distinta en la que solo los afortunados podemos elegir, «Podemos colocarnos partes mecánicas en el cuerpo», pero Engholm advierte de algo que estamos olvidando, «que se erradicaran las guerras, la pobreza y las enfermedades; que pudiéramos salvar el medio ambiente». Cuando consigamos esto habremos demostrado ser verdaderamente un Homo sapiens.