… del orinal para niños

Por Arusca @contrasypros

No me lo podéis negar, ha sido llegar el buen tiempo y empezar a ver los culillos de los peques más peques por doquier. ¿A que sí? La primavera es la época por excelencia de las alergias, la manga corta, el chaparrón con las sandalias puestas y, en el mundo infantil, la operación pañal.

El Peque aún no ha llegado a ese momento, pero supongo que el año que viene por estas fechas será su culillo el que vea a todas horas sin remedio. Este año me he salvado (al menos hasta la fecha en que escribo estas líneas), pero del siguiente no. Me entran escalofríos sólo de pensarlo. Aún tengo muy reciente la operación pañal de los Mayores.

El Mayor se pasó todo el verano con escapes. Muy oportunos, eso sí, porque fuera de casa normalmente nada, pero en casa no se salvó un rincón. Pero no teníamos prisa. Contaba con dos años recién cumplidos en junio cuando él mismo quiso quitarse el pañal y aprovechamos sabiendo que aún nos quedaba otro año antes de que quitar el pañal se convirtiera en una obligación.

El Mediano no tuvo tanta suerte. Habiendo nacido en octubre, aquel verano antes de empezar el colegio, tuvo que decir adiós a muchas cosas a la fuerza, entre ellas el pañal, sin haber cumplido aún los tres años. Mi opinión sobre aquella experiencia la podéis leer aquí, no me voy a repetir que luego os aburro.

El Peque acaba de cumplir dos años y aún le queda otro verano para decirle adiós al pañal. Lo único que me alegra de todo esto es que va a ser la última operación pañal que vivamos en casa. La última vez que tendremos que hacer acopio de calzoncillos. La última vez que tenga que lavar hasta cuatro o nueve calzoncillos al día. La última vez que tenga que tener la fregona siempre preparada. La última vez que meta la mano entre su culo y el sofá esperando no encontrarme la sorpresa… Seguro que habéis captado la idea y notado mi alegría.

En fin, que me despisto. Una de las cosas que más me ayudó en la operación pañal de los Mayores, además de mucha mucha paciencia, fue el orinal para niños. Nosotros lo pusimos en el cuarto de baño desde antes de empezar a retirar el pañal, así se convirtió en un elemento conocido. Cuando llegó la hora de sentarse ahí a hacer… lo que saliera… ninguno de ellos lo rechazó.

También compramos el adaptador para la taza del wáter. Ése que es como un cojín para culos pequeños, pero, aunque lo usamos también bastante, fue más cuando ya sabían qué había que hacer ahí que cuando lo estaban aprendiendo.

Nuestro orinal emitía una musiquilla cada vez que algo caía en él. Esto puede parecer una chorrada, de hecho, lo es, pero a los niños les hace mucha ilusión. Aún recuerdo al Mayor sentado ahí y dando palmas cada vez que oía la música, señal inequívoca de que algo había salido.

El Mediano fue más por imitación de su hermano mayor. Pero incluso así, era gracioso ver al Mayor sentado en el inodoro con su cojín adaptador y al Mediano en el orinal para niños justo al lado.

CONTRAS:

  1. La musiquilla de estos orinales que tanto les divierte a los peques, a veces es un poco incordiante para los adultos. Pero vamos, como suele pasar con muchos juguetes. Afortunadamente, también hay orinales sin música. La elección ya depende del nivel de paciencia de los padres. Y, además, siempre queda la opción de no reponer las pilas gastadas… ;)

  2. Lo peor que tienen estos orinales para niños, en mi opinión y en comparación con los adaptadores, es que, una vez soltado el esfínter, hay que limpiar lo que haya caído en él. Yo algunas veces lo he pasado realmente mal. Pero bueno, siempre es preferible limpiar una caca del orinal para niños que limpiarla del sofá.

  3. De cara a las próximas vacaciones de verano, es más difícil meter en la maleta un orinal para niños, por muy pequeño o compacto que éste sea, que un adaptador.

PROS:

  1. Siempre hay que tener presente que, por muy chulo que sea el orinal o por mucha tecnología que lleve asociada, puede que al niño no le entusiasme sentarse allí. Ya podéis darle cuentos o tablets que, como diga que no, es que no. Y mejor no obligarle. Sin embargo, siempre será mejor comprar uno que le guste que otro que le resulte indiferente.

  2. Si tenéis vista, podéis haceros con uno que, una vez superada la operación pañal, se le pueda seguir dando uso. El de la foto de esta entrada es un orinal para niños, sí, pero también sirve de taburete, lo que les viene muy bien al Mediano y al Peque para llegar al grifo y poder lavarse las manos cómodamente.

  3. El orinal es su trono. Aprovechad ese momento para hacerles sentir como reyes y reinas. Además de un cuento para ayudarles a hacer tiempo, se puede incluso tener una corona para que se pongan en ese momento.

  4. Aprovechad esos momentos, que pueden llegar a ser algo desquiciantes, para tener un ratito a solas con los peques. Pedidles que os cuenten lo que han hecho en clase ese día o que se inventen un cuento y os lo cuenten ellos a vosotras para variar. Quizás la visita al baño resulte infructuosa, pero al menos tanto ellos como vosotras habréis pasado un buen rato.

No sé cómo será la operación pañal del Peque, si se verá forzado por la inminente entrada en el colegio o si será algo más natural y a su ritmo, si será por imitación de sus hermanos o si le dará igual e irá a su aire. Pero, de momento, tenemos el orinal para niños ya en el baño. De vez en cuando se sienta en él, con el pañal puesto, y dice “caca”. Cuando entra al baño y hay alguien sentado haciendo sus cosas, siempre le decimos que está haciendo pis o caca. Espero que así vaya cogiendo el concepto.