Un coche sale de Valladolid a Madrid, al lado del Pisuerga, a las 13:30. El conductor, alopécico de axilas, lleva un tupé que modifica el coeficiente aerodinámico un 0,27%. Desde Madrid parte un vehículo rosa chicle, manejado por un hobbit con zancos. El auto es parado, y multado tres veces, por atentar contra el buen gusto.
Si el primer vehículo circula a una velocidad de 95 km/h y el segundo a 108 leguas por minuto, y el padre de ambos conductores tiene un problema de frenill0, ¿en qué punto del trayecto se darán cuenta de lo idiota que es viajar solo?
(Fin del momento venganza contra los horribles problemas matemáticos de “en qué lugar se cruzan”).
Del punto A, al punto B, la distancia más corta no es la línea recta, ni el desdoblamiento espacio-temporal, la distancia más corta es la más rentable. Si en el trayecto ahorras dinero, podrás trazar otras líneas con lo ganado, llegarás más lejos. En asuntos viajeros el “divide y vencerás” lo es todo, en especial para las personas con recursos justos (el 90% de la población). Divides dinero, preocupaciones, soledad y CO2. El 63% de los automóviles lleva un único ocupante, lo que nos lleva a una conclusión muy sencilla: si el espacio fuera aprovechado debidamente, el número de vehículos en las carreteras se podría reducir a la mitad. Y eso significaría dsiminuir las emisiones globales hasta un 15%.