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Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajar

Por Ninyovampiro @ninyovampiro
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajar
A veces sucede con los planes vacacionales lo mismo que con esos planes lectores del 1 de enero que algunos gustan de hacer. El año pasado, por estas fechas, me prometía que este verano aprovecharía mi viaje anual a las Cotswold para visitar Slad, la aldea de Laurie Lee, y también que pasaría un día en Lyme Regis, el pueblo de La mujer del teniente francés, buscando fósiles con mi hijo. Pero en un caso por falta de tiempo (una semana menos), y en otro, por una confabulación del destino, esos y otros planes han tenido que volver a posponerse, por lo que, como veréis, mis paseos veraniegos no han encontrado esta vez tantos ecos literarios como el año pasado. Lo que significa que el que viene los emprenderemos con más ganas, si cabe.
Respecto a Slad y el destino, nada más prosaico y, al mismo tiempo, incitante. Con un día libre por delante, dado que los suegros se iban a celebrar su aniversario de bodas en Londres con la representación de dos minióperas de Ravel (!), me dije "hoy vamos a Slad". Así que cogí un mapa, y dos y tres. No eran mapas a escala 1:2, de acuerdo, pero sí mapas locales. Por ello, no deja de sorprenderme que en ninguno de ellos figurara el valle de Slad. ¿Será un valle fantasma? ¿Consiguió Lee detener en el tiempo aquel pequeño valle hasta el punto de que ha desaparecido de los mapas? El año que viene saldremos de dudas. Porque además volveré con pasión renovada, dado que este verano me ha traído en la maleta la segunda parte de la trilogía autobiográfica de Lee, As I walked out one midsummer morning.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajar El patio del New Inn, en Gloucester
Con Slad sin cartografiar y el día algo encapotado, decidimos aventurarnos hasta Gloucester, donde nunca habíamos estado y que, al fin y al cabo, está bien cerca de Nailsworth. Poco sabía yo de Gloucester, y el nombre, quizá porque lo asocio con el pobre personaje de El rey Lear al que le arrancan los ojos, no me daba buenas sensaciones. Es más, la tenía por una ciudad gris, feúcha y aburrida. Y una vez más, salgo de mi ignorancia y descubro otro motivo más (y van) para visitar Gloucestershire (conste que no trabajo para la oficina de turismo del lugar). Gloucester es una ciudad estupenda para pasar un día, y tiene una catedral la mar de chula con unos claustros impresionantes que habréis visto en las pelis de Harry Potter. Paseando por sus calles, se topa uno con preciosas casas de la época Tudor, y si atraviesa la entrada del pub New Inn, se encontrará con el patio medieval con galerías mejor conservado de toda Gran Bretaña. Se cree que Shakespeare y su compañía llegaron a actuar en ese patio. ¿Representarían allí El rey Lear?
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajarUno de los claustros de la Catedral
El puerto de Gloucester es otro de sus grandes atractivos. Es muy parecido al puerto de Liverpool, y al igual que éste, se ha convertido en un importante centro comercial y de ocio, y los antiguos almacenes son hoy bares, restaurantes, apartamentos y tiendas. Entre estas últimas, destaca una preciosa tienda de antigüedades, donde podéis encontrar de todo. Se podía comprar hasta un semáforo.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajarLos almacenes de la zona portuaria, hoy convertidos en apartamentos
Al igual que hizo la ciudad de Bristol con Gromit hace un par de años, cuando sembró la ciudad de enormes esculturas pintadas por diferentes artistas para así incitar a los visitantes a descubrir rincones fuera de las rutas habituales, en Gloucester éste fue el verano de Scrumpty. De aquí a unos días dará comienzo el mundial de rugby, y Gloucester será una de las sedes. Scrumpty, la mascota, es un balón de rugby y sus esculturas, desperdigadas por toda la ciudad, las han decorado los alumnos de diferentes escuelas. Mi hija la pequeña se lo pasó pipa buscándolas todas.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajarUn Scrumpty en la zona del puerto
Los ingleses tienen unas formas de pasárselo pipa que no abundan mucho por aquí. Para empezar, el cricket. George Mikes era un autor cómico inglés cuyo origen húngaro le permitía ver a los británicos con cierto distanciamiento. Decía Mikes, comparando a los ingleses y a los "continentales", es decir, los europeos: "many continentals think life is a game; the English think cricket is a game". Supongo que, en el terreno deportivo, mi sangre inglesa no podría estar más diluida, pues nunca entenderé el atractivo de un coñazo tan soberano como el cricket. Por favor, un deporte que se juega con chaleco de lana... Y por eso no fuimos a ver un partido de cricket, sino a una jornada de eventing, que por lo visto tiene traducción y todo: concurso completo. En fin, si estáis tan perdidos como yo, se trata de caballos. Caballos corriendo, caballos saltando, niños jinetes, carreras de carros, y toda las cosas que se os ocurran que se pueden hacer a cuatro patas. O casi todas. Hay gente que llega a acampar, ya que el concurso dura hasta tres días. Es, en fin, uno de esos entretenimientos tan puramente británicos que no veréis un solo turista.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajar
Como ya señalé el año pasado, cada vez se ven más turistas españoles en Nailsworth, que tiene un centro tan pequeñito que es inevitable encontrarse con ellos. Son, de momento, bastante inofensivos, sin duda por su espíritu pionero. Dicho espíritu, sin embargo, todavía no los lleva sinuosa y empinada carretera arriba, hasta el precioso pueblo de Minchinhampton, famoso sobre todo por su common, o tierra comunal. Este inmenso common forma parte del National Trust, es decir, es un lugar de interés histórico o belleza natural, y merece la pena visitarse para pasear y disfrutar de las impresionantes vistas con un helado de la furgoneta que siempre hay por ahí. Eso sí, id con buen calzado, porque el suelo está plagado de regalos vacunos. Y es que en este common, las vacas mandan, y los jugadores de golf tienen que someterse a ellas.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajarGolf y vacas
El Minchinhampton common es también, todos los veranos, el lugar donde se instala el Giffords Circus, un circo que en pocos años se ha labrado un enorme y merecido prestigio. El Giffords monta excelentes y divertidísimos espectáculos con títulos como "Guerra y Paz", espectáculo que narraba la desastrosa entrada de Napoleón en Moscú desde el punto de vista de una familia de aristócratas; o "Lucky 13", sobre una refinada ópera en la que irrumpe un ruidoso grupo de titiriteros transilvanos. El espectáculo que fuimos a ver el años pasado giraba alrededor de la mitología griega, y el de este año se llamaba "Moon songs". Si en verano andáis por allí, no os los perdáis. Aunque sólo sea por ver al genial payaso Tweedy en acción, un payaso de los que hacen reír. Que no todos saben.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajar
Una semana menos no significa sólo menos días para hacer cosas y explorar, sino que además los compromisos familiares están mucho más apretujados. Para Lyme Regis, sencillamente, no hubo tiempo. No obstante, uno de los planes que teníamos, el de visitar la abadía de Glastonbury, sí lo hemos llevado a cabo, y es altísimamente recomendable. Así que dejemos las Cotswold y emprendamos rumbo al sur, a Somerset.
 
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajarUna preciosa imagen antigua de la abadía de Glastonbury
Ya en mi entrada del año pasado mencioné el aspecto hippy, mágico y espiritual de Glastonbury, que hace de sus escaparates un paraíso de elfos, druidas, Morganas y hierbas curalotodo. Ello se debe a la relación de la ciudad con las leyendas artúricas, leyendas que en última instancia se remontan al bíblico José de Arimatea.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajarJosé de Arimatea lleva el grial a Inglaterra
José de Arimatea es ese misterioso personaje que aparece de manera casi fugaz en los cuatro evangelios canónicos, y que, según éstos, hizo descender el cuerpo de Cristo para darle sepultura. Otras fuentes, como los evangelios apócrifos, apuntan que además conservó el sudario de Cristo y recogió su sangre en el Santo Grial. Cuenta el Evangelio según Nicodemo que José, encarcelado por los judíos por haber enterrado el cuerpo de Jesús, recibe la milagrosa ayuda de éste para escapar de su encierro. De allí, parte hacia occidente para, años más tarde, recalar en Glastonbury, adonde lleva el grial y donde funda la primera iglesia consagrada a la virgen. (Algunas versiones son aún más fantasiosas, pues cuentan que antes José visitó Glastonbury acompañado de Jesús cuando éste era un niño). Y el grial, naturalmente, es esencial en el ciclo artúrico, si bien no apareció hasta que lo introdujo Chrétien de Troyes.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajarEl Pozo del cáliz, en Glastonbury, donde José de Armiatea escondió el Santo Grial
 Pues bien, la abadía de Glastonbury, que hemos visitado este verano, y donde se puede pasar, tan grande e interesante es, todo un día, es el lugar donde, se nos dice, en 1191 los monjes encontraron los cuerpos de Arturo y Ginebra junto a la capilla. Casi un siglo más tarde, los trasladaron, en presencia de Eduardo I, al interior de la abadía, donde su tumba permaneció hasta que en 1539, en virtud de la disolución de los monasterios, iniciada bajo el reinado de Enrique VIII, se confiscaban todas las propiedades de la iglesia. ¿Qué harían Cromwell y compañía con esa tumba?
  
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajar
El último abad de Glastonbury, Richard Whiting, acusado de traición por su lealtad a Roma, padeció el castigo reservado a los condenados por traición: fue ahorcado, arrastrado y descuartizado en Glastonbury Tor. Su cabeza fue expuesta en la desierta abadía, y sus miembros, en las principales ciudades de Somerset. Como veis, cada brizna de hierba de este rincón de Inglaterra emana historia. Y mientras tanto, mi lectura del verano era Wolf Hall, que transcurre justo en esos días.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajarEl espino de Glastonbury, antes de que lo destruyeran unos gamberros
Otras de las historias que se cuentan sobre José de Arimatea en estas tierras es la del espino de Glastonbury, un tipo de espino común que florece dos veces al año. Según la leyenda, José se tumbó en la tierra para dormir y dejó el cayado a su lado. Para asombro de los lugareños, el cayado echó raíces y floreció. Este tipo de espino se ha conservado desde la antigüedad gracias a la propagación mediante injertos, y todos los años se cortaba una ramita y se enviaba a Buckingham Palace para la mesa de Navidad de la Familia Real. El espino que se plantó en la colina de Wearyall para reemplazar al árbol original, destruido durante la Revolución inglesa, corrió hace cinco años la misma suerte a manos de unos vándalos, en un acto que causó consternación en la ciudad.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajarEl niño del vestido, inédito en España
Este verano ha sido también el de la consolidación de David Walliams como uno de los autores de cabecera de mis hijos. Probablemente hayáis visto sus libros en nuestras librerías, y supongo que se estarán vendiendo con merecido éxito. Pero la verdad es que en Inglaterra Walliams es un auténtico fenómeno de ventas. Desde 2008 ha publicado siete libros y está a punto de salir el octavo. Los tenemos todos en casa y los dos mayores no paran de leerlos y releerlos. Naturalmente, cuando un autor infantil tiene un éxito tan grande, es inevitable que prensa y mundillo editorial lo aclamen y etiqueten como el nuevo Roald Dahl, y más si las ilustraciones, como en el libro del que os voy a hablar, corren a cargo de Quentin Blake. Ahora, ¿son justas esas comparaciones? Pues a mi juicio son, aparte de odiosas, tontas, pero dan una idea de la relevancia que tiene Walliams en este momento. Lo cierto es se trata de unos libros muy divertidos que transmiten valores fundamentales de respeto sin caer nunca en el sermón ni la cursilería. El paso del tiempo dirá qué lugar debe ocupar Walliams en la literatura infantil, aunque dudo que éste esté cerca de Dahl. A diferencia de éste, cuyos libros son intemporales, y se disfrutan hoy tan bien como hace cuarenta años, Walliams se dirige claramente a una audiencia infantil del siglo XXI. Y esta contemporaneidad es un arma de doble filo.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajarDavid Walliams, a su aire
Walliams trata algunos temas poco habituales en la literatura infantil, y hace referencias a la cultura de masas, la telebasura y la sexualidad, todo ello con gran desparpajo y naturalidad. Ésa es, como digo, su gran virtud, aunque, como es de esperar, escandalice a algunos padres. Su primer libro, sin ir más lejos, toca el tema del travestismo mientras nos cuenta la historia de Dennis, un niño que vive con su padre, camionero deprimido tras su divorcio, y su hermano mayor. Dennis, que añora terriblemente a su madre, siente pasión por el fútbol y es la estrella del equipo de la escuela, pero también tiene una pasión oculta: las revistas de moda para mujeres. El libro se titula The boy in the dress, "El niño del vestido", y, como digo, integra con absoluta naturalidad el tema del travestismo en lo que no es más que una historia de iniciación divertida, muy bien narrada, con momentos emotivos y personajes entrañables, sobre ese difícil momento de la vida, justo antes de la adolescencia, en que no sabemos quiénes somos, y preferimos morir a pasar vergüenza. ¿Un libro para niños que habla del travestismo? Puede ser sorprendente, sí. Os sorprenderá bastante menos saber que en cierto país se han publicado todos los libros de Walliams menos éste. Y es que aquí somos mu machos.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajarFotograma de la adaptación de la BBC
El autor se permite bromear sobre sí mismo cuando habla de los tacones altos. "Es muy difícil andar con tacones", dice, "aunque eso, querido lector, yo no lo sé por propia experiencia, claro está". Walliams, de hecho, es conocido por su afición al travestismo, no sólo en su faceta de actor en Little Britain, sino también en su vida privada. Asimismo, hace unos meses se divorció, tras cinco años de matrimonio, de la modelo Lara Stone, quien adujo que la causa de la ruptura había sido el afeminamiento de su señor esposo. Los heterosexuales a los que no nos interesa la vida sexual de los demás solemos desconocer muchas cosas al respecto. Servidor, por ejemplo, pensaba que el travestismo era una actividad propia de homosexuales, y resulta que de eso nada, monada. Como digo, la vida privada de los otros no es un tema que me interese especialmente, así que a otra cosa, mariposa (no pun intended).
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajarUn rinconcito del bookbarn, donde todos los libros están a una libra
Mi recorrido por las charities y el bookbarn este año contaba con algunas restricciones, siempre difíciles de poner en práctica. Peso y espacio se convierten en un verdadero problema cuando tienes que hacer maletas para dos adultos y tres niños en un circuito Barcelona-Bristol-Alicante-Almería-Barcelona, así que las compras este año han sido bastante reducidas. Helas aquí.
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Empezando por abajo:
- I, Claudius y Claudius the god. Es decir, en inglés y en un volumen. Por una libra no está mal, ¿no?
- On the shores of the Mediterranean, de Eric Newby. Newby es uno de los grandes de la literatura de viajes. No lo he leído jamás, pero su nombre siempre aparece en cualquier estantería inglesa.
- We were the Mulvaneys (traducida en español como ¿Qué fue de los Mulvaney?), de Joyce Carol Oates, una novela muy buena que ya me he leído y de la que supongo que caerá reseña.
- The handmaid's tale, de Margaret Atwood. No he leído nada de esta autora, tan elogiada por todos.
- Strange life of Ivan Osokin, de P.D. Ouspensky. ¡Cómo me gusta descubrir autores rusos de los que jamás había oído hablar! Este libro cuenta la historia de un hombre que, ¿dichoso él?, tiene la oportunidad de volver a vivir su vida y corregir los errores cometidos. Qué ganas tengo de hincarle el diente.
- The collector, de John Fowles. Junto con El mago y La mujer del teniente francés, ésta es una de las grandes obras de Fowles, y muchos la conoceréis por la película que se hizo.
- The Goloviovs, de Mikhail Saltykov-Shchedrin, un clásico ruso del XIX que hasta ahora no he tenido ocasión de leer.
- As I walked out one midsummer morning, de Laurie Lee. Como ya os he dicho más arriba, ésta es la segunda parte de la trilogía autobiográfica de Lee. En este volumen nos habla, entre otras cosas, de las andanzas del autor en España justo antes de la Guerra Civil.
Del rey Arturo, el travestismo y otras cosas del viajar
Y esos libros de lomo negro que hay a la derecha:
- Sagas vikingas varias, de ésas que es tan difícil encontrar aquí. Aparte de King Harald's saga, que compré el año pasado, los otros los vi todos juntitos en el bookbarn. Irresistible. Se prevé una temporada vikinga.
- The mabinogion. Otra joya de Penguin Classics. Jamás había oído hablar de esta obra magna de la literatura galesa, que además es nada menos que la primera obra literaria en prosa de Gran Bretaña. Y tiene una pinta estupenda.
En fin, que entre aviones, Enrique VIII, la campiña inglesa y tierras almerienses, este verano no ha dado para más.
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