El último libro que he leído en estos días es la síntesis de las Jornadas de Canto Gregoriano que tuvieron lugar en Zaragoza en el 2010 y el 2011.Se divide en dos partes, la primera «El libro litúrgico: del scriptorium a la imprenta» y la segunda «La implantación en Aragón, en el siglo XII, del rito romano y del canto gregoriano». Me lo he leído de un tirón y esto no es mérito mío sino de los autores, quienes han querido dar una fluidez a sus textos que es digna de mención. Estas conferencias que tratan sobre la imprenta ven la luz a los pocos meses de que otras actas hayan sido publicadas por la Universidad Autónoma de Madrid, bajo el título Imprenta y edición musical en España (siglos XVIII-XX). Eso muestra que cada vez estamos más interesados en concebir el estudio de las fuentes musicales ligadas no sólo a la geografía y contexto político, social y cultural sino a los elementos relacionados con la historia de la escritura, del libro y de la imprenta. Y que, cuando se plantea con una cierta amplitud de miras, cuestiones de imprenta que, en principio podrían pensarse locales, resultan de muchísimo interés para cualquier lector e investigador.