Delatar al violento, menos cuando se sienta en un escaño

Publicado el 25 abril 2012 por Carmentxu

La conselleria de Interior ha habilitado dentro de su web un espacio donde poder delatar a los violentos, a los antisistema que causan destrozos en el mobiliario urbano o en las tiendas emblema de la globalización, en definitiva, para poder delatar, a través de fotografías tomadas por los propios policías a los sospechosos de violencia callejera. No me gustan los Mossos, así de entrada. De hecho, hablando con otras personas que también estuvieron en el centro de Barcelona durante los actos violentos de la pasada huelga general, coincidíamos en que muchos de aquellos alborotadores tenían un sospechoso aire policial. Sus actos servían de excusa para las ráfagas de violencia callejera también ejercida por los furgones policiales, para reprimir la protesta. Y es que los encuentro nerviosos, inestables, desconfiados y, para sobresalto general y mío en particular, van armados, bien armados. La necesidad de ampliar un cuerpo, que se reeditó y concibió como modélico e inmune a la caspa y policía autonómica de Catalunya en 1983, ha atraído con los años al tipo portero de discoteca y demás carne de gimnasio sin más expectativa que aumentar el número de pesas que levantaban. En lugar del iPad que reciben los diputados, a la policía le basta una pistola y un coche. Les falta la serenidad y el saber estar que da el saberse poseedor de la razón moral. Ah, también llevan pelotas de goma. Todo el kit.

Volviendo a la web-paraíso de los delatores, echo en falta la cara de los integrantes del Gobierno central y autonómico que violentan con sus actos y sus palabras al inmigrante, al jubilado, al estudiante, al parado y al trabajador, al autónomo y a cualquiera, en definitiva, con dos dedos de frente. Echo de menos para poder delatarles también la foto institucional de muchos de ellos o alguna instantánea casual tomada mientras firman un decreto que nos retrotrae a principios de siglo, desandando lo conseguido durante tantos años de lucha y sacrificio, volviendo al principio como en un juego de parchís macabro, donde te comen, cuentan 20 y te condenan a cero. Faltan prácticamente todas las fotos de los que están destruyendo realmente el sistema. Siguiendo la política de los eufemismos y de no llamar a nada por su nombre, dicen que eso es participación, pero recuerda tanto al Gran Hermano de 1984 que no lo es. Y abre la puerta a un sendero lleno de peligros: se empieza por delatar al violento y se acaba (porque es adictivo) delatando al que pasaba por allí si se da un aire al vecino que pone la televisión demasiado alta, al que se nos cuela en la cola del paro, al compañero de trabajo que nos deja en evidencia, al gay, al inmigrante, al rojo…