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Su excusa para ir a la gran manzana es ir a estudiar francés. De esta manera convence a su severo padre, el dueño de una cadena hotelera, para que le permita residir en Nueva York durante tres meses.
Convertida en Laura Kerry viaja a la ciudad de la libertad; y para llegar a lo más alto, empieza desde lo más bajo como camarera en el Taormina, cuando descubre que el desconocido irresistible que la volvía loca con sus besos es Kenneth Callahan… su jefe.
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Si en la entrada anterior nos encontrábamos en la Inglaterra de 1912, hoy nos trasladamos al otro lado del océano: Estados Unidos, 1919, rozando los conocidos felices años 20. Laura McKerrigan-Montero representa a las mujeres de ese período, mujeres destinadas a ser buenas esposas pero que no se van a contentar con ello, sino que van a luchar por cumplir sus sueños y sus ideales. Olivia Ardey, la autora, quiere mostrarnos a mujeres luchadoras y sin pelos en la lengua, tal y como ocurría en los años 20, cuando las mujeres comenzaron a reivindicar sus derechos.
Además fueron años en los que el debate del alcohol estuvo sobre la mesa. Me hubiera gustado que hubiera tocado más este tema pero entiendo que ese no era el objetivo de la novela y, de
Aunque en el argumento de más arriba sólo se hable de Laura y Kenneth, hay otras parejas en esta novela que son dignas de mención, como Stella y Phillip: sus circunstancias se alejan de lo típico y sin duda, ha sido mi favorita. Lo que no se ha alejado de lo tópico es ese amor a primera vista que pecan la mayoría de los personajes. Es lo que más me ha molestado de la novela: no me gustan los amores incondicionales desde el primer momento. De todos modos, esto es muy subjetivo y aun así he disfrutado viendo se desarrollaban sus sentimientos. Secretos, traiciones, miedos y amor en pleno Manhattan de principios del siglo XX, ¿qué más se puede pedir?
Tenía muchas ganas de leer esta novela y puedo decir que ha sido una delicia de lectura. Los personajes, la trama, la ambientación han ayudado a sentirme realmente en los años 20, enseñando que pase lo que pase hemos de luchar por nuestros sueños: pueden darnos más de una sorpresa. Me alegro de haber descubierto a Olivia Ardey y ya le he puesto ojitos a Dama de tréboles, la primera novela que publicó.
“- Quizá le apetezca leer para hacer más entretenida su estancia en el hospital.
- Está claro que la delicadeza no es su fuerte –aseguró el hombre con mucha calma.- (…) He dicho –recalcó, esta vez con dureza- que no tiene ni idea de lo que significa la cortesía. ¿O es que no ve que soy ciego?”