Por ejemplo, esta mañana me desperté luego de un persistente, molesto y fastidioso sueño en el que mi hija no sólo le daba una copia de la prueba de inglés a sus compañeros de clase (su profe y yo trabajamos en coordinación, así que la prueba es común), sino que les decía que yo dejaba hacer trampa y les daba consejos sobre cómo hacerlo... ¡y luego se negaba rotundamente a pedirme disculpas!
En esta parte de la historia me convidaba con una torta de chocolate que estaba deliciosa, pero eso no me hacía sentir mejor, ni en el sueño, ni cuando desperté. Todavía estoy fastidiada con ella, y más aun porque no puedo castigarla por su traición, o al menos exigirle una disculpa. Porque los delincuentes oníricos deberían pedir perdón en la mañana, ¿verdad?
Sí, sí, ya sé que me van a decir que no es su culpa lo que pase por mi cabeza. Pero evidentemente existe alguna razón para que mi subconsciente esté tan enojado con mi hija que invente historias intrincadas en las que me hace maldades. (Y si voy a ser sincera, sé muy bien por qué estoy tan fastidiada: Elisa se llevó tres materias a examen, grrrrr. ¡Tres!!! Si lo único que tiene que hacer es estudiar, ¡cómo es posible!!!)
De cualquier manera, cualquiera fueran los motivos, la respuesta es sí, los delincuentes oníricos deberían pedir perdón en la mañana, preferentemente con una porción de una deliciosa torta de chocolate.
EriSada