Delirium #1 | 445pp
En el siglo XXII los científicos han puesto fin a la pandemia que, durante milenios, asoló el planeta. Era tan grave que, encontrada la cura, el gobierno decretó su administración a todos los ciudadanos a partir de la mayoría de edad. Lena Holoway está emocionada. Lleva años esperando cumplir los 18. Por fin vivirá sin dolor, de un modo predecible y feliz.
Amor, amor, amor, amor. Ese sentimiento que, durante siglos y siglos, ha vuelto locos a hombres y mujeres. Por él se vive y se muere. Por él se han cometido las más grandes locuras. Ese sentimiento que te roba sonrisas y lágrimas, que te hace perder el hambre o que te llena el estómago de mariposas… ¿Qué pasaría si todo esto quedara relegado al olvido? ¿Qué ocurriría si os prohibieran sentir amor? ¿Podríais vivir en un mundo en el que el amor es más que un pecado? Se dice que de amor no se puede vivir. Pero tampoco se muere del todo.
Lena vive en un mundo sin amor. Su vida no destaca de entre otras vidas: se levanta, come, asiste a sus clases, tiene una amiga a quien le confiaría su vida si fuera necesario y hasta se permite el lujo de ser presuntuosa y querer comerse el mundo. Sin embargo, ella no es una chica de nuestro tiempo. Ella acepta vivir sin amor, pues el amor es una enfermedad que ha destruido a los seres humanos durante generaciones pero, por fin, existe una cura y ella la acepta. Es más: la desea. Está a punto de cumplir la mayoría de edad y se va a someter a la operación que la salvará del tormento eterno. No obstante, antes de que pueda cumplir su anhelado sueño, algo sucede. Algo inesperado: Él, Alex.
“Delirium” es una distopía romántica juvenil que atraerá a todo tipo de lectores (y que, de hecho, ya lo ha conseguido) porque tanto su ritmo, a veces tranquilo y otras veces frenético, como su entorno mágico y prohibitivo, son llamativos y presentan estereotipos exitosos en la literatura juvenil. Los personajes que nos acompañan en el libro están bien delineados, son sensuales y versátiles, con mucho carisma (a su manera) y con secretos por descubrir. Si tuviera que definir esta primera novela de la saga “Delirium”, diría que es “correcta” y “entretenida”. Todo en su justa medida. La autora ha sabido trazar una línea temporal rígida y futurista, transportándonos a un universo inexistente, dotándolo de la realidad necesaria para que podamos recrearnos en sus rincones. Lena no es una chica que nos recuerde a una mujer de nuestro tiempo, su cerebro está totalmente colapsado por lo que ella cree “lo correcto” y nos sorprendemos de hasta qué punto puede llegar por defender sus ideas. Lógicamente, luego se derretirá como una nube al fuego al ver a su querido Alex aparecer en escena. Pero de eso hablaremos más adelante. Lena no es una rebelde, no sueña con grandes aventuras ni desafíos, ella es un cordero del sistema y una protagonista “tipo” marcada por la tragedia y la pérdida. Conoceremos todos sus pormenores en una introducción larga pero placentera, donde también cataremos el estilo de la autora, simple y juvenil, que nos sabrá guiar por su obra como si nos estuviera cogiendo de la mano. Y apuesto lo que queráis a que Lauren Oliver ha basado muchas de sus ideas en universo ya creados por otros autores, tales como Lois Lowry, autora de la trilogía “The Giver”. Todo me recordaba ciertamente a ese mundo frío y desconfiado, donde el amor ha desaparecido para siempre. Donde la vida es una sucesión de acciones sin sentido y sin gracia, donde la pasión está prohibida y el matiz del entorno se torna gris pálido.
Sin embargo, Delirium tiene dos caras: tenemos la cara de la novedad, la distopía interesante y aventurera, donde los personajes luchan por cambiar el mundo y somos testigos de la crueldad humana; luego tenemos la otra, donde aparece un romance cliché manido de fórmulas reiterativas y falto de realidad y, al final, irónicamente, de pasión verdadera. No me suelen gustar las novelas que se centran en un romance de esos de “aquí te veo y aquí me enamoro”. Deberían inventar una píldora del día después del enamoramiento, para poder contrarrestar los efectos nefastos que sufre una historia cuando el autor o la autora ha decidido seguir el camino de la perdición. La autora se esfuerza en mostrarnos a una Lena decidida en sus creencias, rápida de reflejos, vivaracha y fuerte. No obstante, decide pasarse todo eso por la torera y convertir a Lena en una pánfila sin personalidad, relegando todos sus pensamientos e ideales (aunque fueran equivocados, para ella tenían muchos sentidos) en un pestañeo. No me lo esperaba de Lena y me decepcionó de medio a medio ver que, desde que aparecía Alex en escena, los acontecimientos se podían adivinar fácilmente con un poco de astucia lectora. Se entrega demasiado rápido a lo desconocido y prohibido, sin luchar, y eso le quita mucha ventaja a esta distopía tan bien construida. Luego tenemos un final calcado a “The Giver: el dador de recuerdos” que le quitó toda la emoción al asunto. Fue muy clásico y poco arriesgado; personalmente, creo que la autora se acomodó en su sillón y, sin querer, su título “Delirium”, que viene del latín y que significa “Delirio”, se le quedó grande, ya que, el delirio, o también conocida “locura”, debe llevarte por caminos desconocidos y aterradores.
Definitivamente, Delirium posee una pluma ágil y transparente, rodeada por un mundo interesante que tiene mucho potencial que explotar en la segunda parte (Pandemonium) pero que, por culpa de un romance cansador y decepcionante y el poco arrojo de la autora por crear algo más “original”, no se convertirá en una obra “matadora” que reconvierta el género juvenil. Las distopías tienden a sorprenderme, pero Delirium, aunque me ha gustado y ha sido una lectura muy amena, no ha conseguido arrebatarme un suspiro de “amor” o de “odio”. Sinceramente, después de haberme devorado “Si no despierto”, esperaba más de Lauren Oliver, una lástima.
Si eres un romántico empedernido, Delirium atacará tus puntos más débiles y te dejará desarmado.