Revista Política

Delito continuado contra la más elemental regla de la acción política

Publicado el 02 octubre 2010 por Peterpank @castguer
No hay nada más difícil de predecir que los cambios políticos. La ciencia política no ha sido capaz de encontrar una respuesta plausible a este fenómeno. Ello se debe a la espontaneidad de la acción política que hace posible el cambio. Los cambios políticos para ser verdaderos no pueden sustentarse, como hacen con palmaria falsedad los propagandistas de la Transición, en el tránsito de un régimen autoritario a otro democrático bajo el paraguas legal del régimen al que trata de sustituir.
 
Resulta así que el régimen democrático se construye con la legalidad de un régimen autoritario. Este absurdo que es perfectamente comprensible por cualquier estudiante de primero de Derecho, es lo que viene sosteniendo contra el sentido común el régimen partitocrático.
 
Es perfectamente comprensible que los autores intelectuales del engaño e intoxicación masiva de la sociedad española y sus herederos defiendan a capa y espada esta aberración que haría sonrojar al que la sostuviera en un país serio.
Es normal que este delito continuado contra la más elemental regla de la acción política encuentre sus cooperadores necesarios en los aparatos financieros y mediáticos interesados en el mantenimiento del régimen que los ampara y enriquece.
 
Es normal que la propaganda oficial encuentre acomodo en las aulas universitarias donde miles de estudiantes se vean obligados a estudiar textos políticos que establecen como verdad absoluta lo que jamás se hubiera pensado.
 
Es normal que los aparatos de propaganda oficial y los grandes grupos mediáticos perviertan el lenguaje hasta hacerlo irreconocible.
 
Lo que es anormal es la extrema ingenuidad en la que se encuentra sumida la sociedad española ante el régimen de partidos, al que siguen confundiendo con la democracia, a pesar de la extrema degradación a la que ha llegado la vida pública.
 
Y mientras eso ocurre, la España ilusa espera un cambio de partido en el gobierno para recobrar nuevas esperanzas, sin entender que España camina a pasos agigantados hacia el abismo. Sin comprender que España se define por un régimen político que niega a sus ciudadanos el derecho a elegir y deponer libremente a sus representantes.
 
Nadie como García-Trevijano ha sido capaz de explicar que, para salir de la crisis económica, hay que pagar el precio de entrada en la crisis política, antes de la que la causa general de los aparatos de partido termine por arruinar la causa general de España. Unas nuevas elecciones podrán cambiar el gobierno pero dejará intacto el régimen político, que sólo puede ser cambiado por la sociedad civil. Será la toma de conciencia de la sociedad civil el verdadero factor del cambio, que cristalizará sin predeterminación y a la menor oportunidad.
 
La espontaneidad de la acción que conduce al cambio político explica que no resulte sorprendente que no aparezcan signos evidentes de esa toma de conciencia ni siquiera en este Diario que es refugio de millares de españoles decentes. Tampoco resulta extraño que la propuesta de Rebelión Cívica y la convocatoria de una Asamblea con diez puntos programáticos para el debate, sólo haya sido objeto de atención por dos o tres comentaristas.
 
Ignoro cuál será la acción determinante que derribe los aparentemente sólidos e infranqueables muros de la partitocracia, pero el reguero de pólvora que va soltando este régimen hipócrita y caduco va preparando la mecha para que prenda la chispa que lo haga saltar por los aires.
 
Tony Díaz

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