Hay de aquel que diga que es mala actriz o que la Teta asustada es mala película, será blanco de la furia de los patriotas de turno que consideran que todos los peruanos debemos sentirnos orgullosos por el reconocimiento de la película en el extranjero.
Y eso es nada comparado con el vendaval de críticas que recibieron los conductores del programa Mesa de Noche Renzo Schuller y Jimena Lindo, por haber hecho una broma sobre Magaly. La broma no fue muy graciosa pero no fue para que los medios los tilden de racistas y pre juiciosos, exacerbando los ánimos de sus muchos simpatizantes, que como digo son casi todos.
No me parece justo. No es para tanto. Lo que sucede es que como nunca se aprecia un sentimiento nacionalista que no se veía años atrás, un patriotismo que no tolera las discrepancias, que no comulga con aquellos que no les gusta la película o no sientan simpatía por la actriz ayacuchana.
Entiendo que hay que apoyar y reconocer el éxito, pero sin exagerar. No es la primera vez que la carencia de triunfos y reconocimientos a nivel internacional nos llevan a sobredimensionar un esfuerzo, esperanzarse en el éxito ajeno y crear ídolos de barro.
Hace algunos años, Reymond Manco no era más que un chiquillo que jugaba en la selección juvenil de fútbol. Su participación destacada en el mundial le mereció los mejores elogios, incluso fue catalogado como el mejor jugador del mundial.
La prensa lo consideró el próximo Maradona y con ello le aparecieron los programas de televisión, las entrevistas, las firmas de autógrafos y demás. Manco era una estrella de talla internacional sin haber jugado un partido en primera. Luego, lo vendieron al PSB de Holanda y Manco se fue sin dejar de ser irresponsable, sin disciplina y prefiriendo la diversión al entrenamiento. A los meses estaba ya de vuelta para jugar por un equipo del interior sin mayor renombre.
En el caso de Magali Solier, sus seguidores la consideran excelente actriz, dignifican su condición de mujer andina, resaltan su sencillez, humanidad, belleza, talento para cantar y su carisma, tanto como para proponerle forme parte de un partido político para las próximas presidenciales.
No es malo no gustar de la película, no es malo no gustar de su actuación, no es malo no gustar de su canto y finalmente de su exposición mediática, de la cual estoy cansado ya que la veo hasta en la sopa. Preguntarle a Magali Solier que vestido va a usar o que palabras va a decir en caso ganase la estatuilla dorada es más importante que darle el espacio a la absolución de Luis Valdez, el mayor error del poder judicial de los últimos años.
Ojala le vaya bien a la actriz, le deseo suerte y que salga ilesa de la sobre exposición mediática a la que se ha expuesto y que la necesidad del pueblo por conseguir logros no la conviertan en un ídolo de barro como sucedió con Raymond Manco. Ojala no sea su caso.