Del mismo modo que las clases medias venezolanas, por entonces poderosas, le dieron la espalda a los viejos partidos Copei y a AD y los crucificó al grito de "corruptos", en España, millones de jóvenes le dan la espalda a los viejos partidos PP y PSOE y apuestan por entronizar a los nuevos corruptos estatalistas y comunistas, sin apego alguno a las libertades y, como ocurrió en Venezuela, dispuestos a cambiar el país a martillazos y a atrincherarse en el Estado para nunca más abandonarlo.
Unos y otros defendían la tesis de que la podredumbre era irreversible y que había que amputar, una tesis que, por desgracia, suele abrirse paso, ayudada por la insensatez y la corrupción enfermiza de los viejos partidos, cansados de pudrirse en el poder. La tentación del "hombre fuerte" que acabara con los corruptos perdió a la Venezuela que elevó a Chavez hasta la tiranía y puede elevar a Podemos hasta la cumbre del poder en España.
Es cierto que en ambos casos la principal culpa del drama es también de los viejos partidos, podridos de corrupción, abuso y miseria, pero no es menos cierto que apostar por los tiranos es la peor salida de un drama porque lo nuevo será siempre cien veces peor que lo viejo, por muy sucio que hayan sido el pasado y el presente.
En el año 1998, Chávez tuvo más votos de las clases medias y profesionales que de sectores populares, al igual que ocurrió en España cuando Podemos apareció en la escena, que fue aupado por españoles de clase media, profesionales y gente con dinero, hartos de soportar la sucia tiranía camuflada y corrupta de los Zapateros, Aznar, González y Rajoy.
En Venezuela, como en España, el odio a los viejos partidos fue el que condujo al drama y el comportamiento corrupto y antidemocrático de los partidos tradicionales fue el que abrió las puertas a la nueva tiranía.
En Venezuela se consumó el drama y ahora la gente de bien y los antiguos demócratas y herederos de las clases medias y profesionales están atrapados en el Estado criminal, mientras que en España el drama todavía no se ha consumado y el asesinato de la libertad todavía puede frenarse, salvo que los viejos partidos sigan ahondando en el abuso, la corrupción y la injusticia.
Los venezolanos llevan cien días en las calles intentando cambiar el rumbo de la república y corregir el error que cometieron apoyando al coronel golpista y asesino, pero lo tienen difícil porque la tiranía se ha atrincherado y se ha ha fortalecido con la ayuda de Cuba. Ya han pagado una cuota de 90 asesinados por su rebeldía y el futuro, si no reciben ayuda exterior, es negro porque el comunismo lo único que sabe hacer bien es atrincherarse en el poder.
En España son los viejos los que se resisten a la llegada de los tiranos, mientras que en Venezuela son los jóvenes. Esa es la gran diferencia, nada favorable para España porque mientras que en Venezuela cada día hay más opositores al socialismo del siglo XXI, en España cada día mueren más viejos demócratas, sabios que se resisten a la tiranía.
Francisco Rubiales