Hicimos la ascensión por la ladera oeste desde el pueblo de Alzorriz. La senda no estaba demasiado marcada y en varias ocasiones perdimos la ruta acabando frente a tupidos matorrales de enebros teniendo que deshacer nuestros pasos y dudando no pocas veces de cual era el sendero correcto.
En un lejano pueblo oriental, una tarde, uno de los vecinos acudió corriendo al maestro para pedirle ayuda porque se le había perdido una oveja. El maestro convocó a todos los vecinos para que salieran en su busca.
Uno de los discípulos se extrañó de que tuvieran que salir todos los vecinos en busca de la oveja y le preguntó al maestro:
- ¿Por qué se necesitan tantos hombres para encontrar una oveja?
- Porque son muchos los senderos que puede haber seguido.
Al anochecer todos los hombres regresaron al poblado sin haber encontrado la oveja, y el maestro les preguntó:
- ¿Encontraron la oveja?
- No. Ha sido imposible. Hay muchos senderos; uno conduce al otro y no supimos cual tomar, por lo que nos volvimos todos sin haber encontrado la oveja.
El maestro se sorprendió y entristeció. Durante días anduvo meditabundo y pensativo. Tanto que sus discípulos fueron a contarle al dueño de la oveja lo sucedido. Este, preocupado por el maestro fue hasta él y se interesó por la causa de su tristeza.
- Maestro. ¿Qué le ocurre? Una oveja no es nada. Una nadería. Yo ya la he olvidado. ¿Cuál es la causa de su tristeza?
- Cuando hay demasiados senderos, un hombre no puede encontrar su oveja.
Y es que en la vida es importante centrarse en unas pocas cosas y no atascarse ante las diversas posibilidades que esta nos ofrece, y nos ofrece muchas. Es bueno concentrarse en una meta y no parar hasta lograrla. ¿Tienes claras las metas que quieres conseguir y por las que merece la pena luchar? ¿Aquellas por las que te cortarías en las manos desbrozando el monte?